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CURRAHEE!!!


1 de junio de 2011

Marruecos en solitario - 3

Día 3. "El desierto".


24 de abril. Empieza mi segundo día en Marruecos. He madrugado mucho y los del desierto todavía duermen. Quería aprovechar bien la mañana pero no me puedo resistir a la leche caliente y algo dulce para desayunar que me ofrece el dueño del hotel junto a una larga conversación en la que es difícil seguir el hilo. Pese a que por aquí, en general, hablan una mezcla de francés y árabe -si no bereber- no es difícil mantener una conversación sobre los temas más variopintos y acaba siendo divertido. El hombre me cuenta muchas cosas, hablamos de la ruta que voy a hacer, me indica los sitios que merecen la pena, se interesa por detalles de la moto, pregunta cosas inauditas sobre los neumáticos y su duración, las cámaras y las llantas. Deduzco que ve a muchos dakarianos de paso. Realmente esta gente se de tal forma al visitante que hace difícil seguir con las prisas y los horarios que trae uno de Europa.

Salgo sin siquiera llenar el depósito muy seguro de mis cálculos de autonomía, ayer ya ví durante el trayecto que a lo largo de la carretera encuentras una gran cantidad de pequeños monolitos formados por botellas de plástico, bidones, neumáticos, etc. Tardé un poco en deducir que son los anuncios de vendedores ilegales de gasolina, a los que hay que ir a buscar vete a saber donde, supongo, porque la mayoría no estaban en su puesto. Aunque hay que estar muy apurado para llenar el depósito de una garrafa que a saber qué contiene. Las gasolineras no abundan en estas nacionales más remotas y hay que calcular bien, así que doy gracias a mi pequeño bidón de 2 litros que tendré la precaución de llevar siempre lleno.

Pasados unos pocos km después de salir de Missour me encuentro con la sorpresa que me explicaron los amigos españoles: la carretera está totalmente rota por los laterales y es como un único carril lleno de grietas, del cual te tienes que tirar a un arcén inexistente cada vez que te cruzas con un coche, autobús o camión. Los taxistas son los peores, los ves venir a toda pastilla a lo lejos con sus mercedes de toda la vida y más te vale echarte a un lado fuera de la carretera. Los camioneros pasan con prudencia a tu altura y te dan las gracias si te has parado a dejarles pasar. No quiero ni saber lo que podía haber sido ese trayecto de más de 80km, de noche y lloviendo.


Aun con gasolina de sobra siempre vas con ese puntito de ansiedad del "y si...". Entre lanzamiento y lanzamiento al arcén cada vez que me cruzo con un vehículo, conduzco ahorrando combustible, está tardando en aparecer la dichosa gasolinera, pero al final veo una a unos 40km del destino, así que me relajo y me dispongo a llenar para ir más tranquilo. Pero no tienen gasolina sin plomo. De hecho parece una gasolinera post-apocalíptica, lo raro es que tengan algo. Ésta será otra gran constante en muchos sitios, y algunos mucho más concurridos. Así que relleno mi depósito con el bidón los 2 litros extras que llevo sin haber visto todavía la luz de la reserva y sigo resignado sabiendo que aunque se llegue a encender ya me quedan algo menos de 50km hasta Midelt, lo que debería ser el paraíso en comparación con lo que he visto hasta ahora, pues ya está en plena ruta turística hacia el sur.



Pero Midelt no es para nada el paraíso. Navegando entre un mar de barro y piedras por la avenida principal (está en obras o es que todo Marruecos es así?) me veo incapaz de localizar el hotel en el que me debía haber alojado anoche, así que paso de hacer enduro y me voy a una fantástica Kasbah a la salida por el sur a cambiar moneda y tomar un té. Un hotel así ya me gustaría pillarlo por el camino. Lleno los depósitos (aquí sí!) y contemplo el Circo de Jaffar desde lejos. Hay mucha nieve y está muy cubierto. Primer destino olvidado del viaje. Debería haber subido hasta donde me dejara la nieve a primera hora del día pero venía por la carretera de la muerte y he perdido un montón de tiempo. Otra vez será.


A partir de aquí empieza a mejorar cada vez más el tiempo en mi periplo hacia "el desierto". Ahora sí que la ruta es una sucesión cambiante de escenarios magníficos, primero un paisaje más parecido a la estepa, después más montañoso, para pasar luego por increíbles cañones, palmerales inmensos encajados en grandes cañones y terminar en las puertas del desierto propiamente más allá de Erfoud.




Fue una sorpresa el aspecto más moderno y cuidado de Erfoud y Rissani en comparación con lo que había visto hasta ese momento, auténtica puerta turística del desierto, donde las gasolineras abundan y todo está asfaltado y señalizado correctísimamente. De hecho, tan turística es esta parte del país, que en el trayecto de bajada hasta aquí (cerca de 750km) me habré cruzado con no menos de 15 caravanas de todoterrenos que suben como poseídos hacia el norte concluyendo sus aventuras dakarianas de semana santa. La verdad es que incluso da algo de vergüenza ajena su comportamiento en la carretera y la sensación que da ver todos estos europeos que van a invadir el desierto con sus caravanas de todoterrenos y a hacer lo que no se puede hacer en Europa, entre otras cosas porque si tuviéramos un Erg Chebbi estaría totalmente protegido y seria intocable. Pero es turismo y turismo es dinero, y es la principal fuente de ingresos del país.

Pues ya en Erfoud decido sobre la marcha hacer la ruta por las pistas del desierto en vez de seguir por la nacional. Valiente que es uno! (ja ja). Son cerca de 40km, parte carretera y parte de pistas. De hecho reservé alojamiento en una kasbah al norte del erg, prefería estar al pie de las dunas nada más salir de la la habitación, así que tampoco hago nada por la nacional puesto que me tendría que desviar antes de llegar a Merzouga. Las pistas no tienen ninguna dificultad, al menos para los más experimentados en off-road y en arena especialmente, y llevaba todo debidamente planeado, la cartografía en el navegador, las rutas y alternativas previstas, etc, así que tampoco tenia pérdida. Aunque puede que con neumáticos de tacos, menos peso y sin las maletas el trayecto hubiera sido más fácil y divertido.


Ahí está, por fin, el gran Erg Chebbi, es impresionante con sus dunas de hasta 150 metros de altura. Aunque se divisa desde casi 60km de distancia, ahora empieza a verse bien, quizás estoy todavía a cerca de 30km.


La pista principal que lleva a Merzouga está bien marcada con estacas, luego hay otras pistas que llevan a los multiples albergues y kasbahs, y luego multitud de pistas secundarias que se entrecruzan en un laberinto imposible de descifrar, de forma que puedes ir enlazando una con otra según te interese en cada momento mientras sepas a donde vas. A ratos no sabes ya que es mejor, si las partes duras con la tierra bacheada por el paso de innumerables todoterrenos, si las partes menos duras que acaban siendo demasiado blandas, si salirte de la pista a terreno lleno de piedras o... la arena, para la que es mejor tener experiencia e ir ligero de peso para disfrutar en ella (como hubiera deseado ir con tacos y sin equipaje... y tener experiencia en la arena, claro).

Total, que una vez más "sufres" una de las anécdotas conocida por todos en Marruecos: el Mohammed que aparece de la nada en medio del desierto con una Mobilette pilotando como si fuera Marc Coma para guiarte por el mejor camino o indicarte donde está tu hotel (pero si llevo gps!!!). El Mohammed oculto se activa cuando te ve dudar sobre el camino a seguir, vas enlazando una pista con otra en un vano esfuerzo por buscar el camino más fácil o más directo, lo cual nunca coincide, y al final todos te resultan iguales. De repente lo ves corriendo en tu dirección por una pista paralela que en algun momento se cruzará con la tuya y... va mucho más rápido! Te saluda efusivamente, te da la bienvenida y te muestra el mejor camino sorteando trampas de arena como gran conocedor de su terreno que es y te lleva hasta una pequeña loma desde donde se divisa tu hotel a poca distancia.

- Aaah amigo, buena motorra, buena motorra... ahora, tu mira...- El hombre saca la mochila llena de fosiles y empieza a ponerlos en exposición sobre el suelo.

- Como tu en invierno no vienes tengo que alimentar familia, mi busca fosiles por todo el desierto.- Sentencia el personaje.

Claro, aquí todos los favores se pagan, aunque no los hayas pedido, así que aprovecha para venderte unos fósiles a precio de oro que ni regateando bajan del 1000% de su precio real. Pero bueno, a eso hemos venido, no? A conocer el país y sus gentes, y otra vez me "dejo timar" conscientemente.

Como te vas a negar, acabas comprándole algo. De eso viven. En el momento que les pagas salen zumbando en busca de otra víctima del "desierto" y te dejan más solo que la una, tal como te encontrabas cuando aparecieron.

Así pues, llego al Hotel Yasmina a media tarde, me dan la habitación, me ducho, me cambio y voy a ver el espectáculo que tengo ante mí y que tanto había imaginado. No hay palabras para describirlo.



Impresiona estar por vez primera en el desierto y ver esas tormentas en pleno erg. Como me iba a imaginar que mi primer día en el Sáhara vería llover como siempre que salgo de viaje en moto. De repente, en cuestión de un minuto, los camelleros desaparecieron con los camellos en dirección desconocida. Fue raro pero no le dí importancia, pero el resto de turistas y yo comprendimos enseguida. Ni treinta segundos más tarde estábamos envueltos en una tormenta de arena impresionante. Corrimos hacia el interior del restaurante a refugiarnos y pasé el rato hablando con una pareja de Navarra mientras esperábamos que la situación se normalizara. Duró solo unos 45 minutos, por lo visto pueden llegar a durar toda una semana, no sé que me podía haber pasado si me pilla eso en medio del desierto. Hace tan solo una hora estaba yo de camino por esas pistas de dios. En cuestión de segundos no se ve nada a 10 metros.


Pero la recompensa valió la pena, el espectáculo de luz después de la tormenta fue indescriptible.





La otra sorpresa del día: el "sonido" del desierto. Un festival de música electrónica en pleno desierto a un km de distancia. Fantástico, chumba-chumba día y noche, 24 horas sin parar distribuido en dos campamentos, el principal y otro "avanzado" al pie de las dunas.


Y así terminaba este largo día, lleno de buenas experiencias y disfrutando de las ultimas luces en el desierto.


Kilometraje etapa 3: 380km.