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CURRAHEE!!!


29 de septiembre de 2011

Marruecos en solitario - 7

Día 7. Bmw vs Range Rover.

28 de abril. Me despierto en Casablanca en un hotel grande pero mediocre. No sé que pasa en Marruecos que todavía no he visto un hotel donde haya más de un par de luces de bajo consumo con las que apenas ves nada dentro de la habitación. Será que son muy ahorradores. He madrugado y enseguida estoy en la calle intentando localizar en el gps la dirección donde tengo que ir, puesto que el mapa que llevo no tiene base de datos. Me acaba ayudando un policía que lleva también una F-GS como la mía, pero como la mayoría de gente (ayer también pregunté) no tien mucha idea de por donde para el cruce de avenidas donde se encuentra el concesionario BMW.

Al final, localizamos en el gps la avenida principal y ya solo tengo que ir siguiéndola hasta el cruce hasta dar con el sitio. No me cuesta mucho llegar hasta allí, es temprano, hay poco tráfico y el freno delantero apenas se queja cuando le exijo un esfuerzo.

Así que a las 8 de la mañana estaba yo ya plantado en la oficina de atención post-venta del concesionario Smeia, importador exclusivo de BMW y Range Rover, me atendieron rápido y eficazmente, al mismo recinto del concesionario se accede tras pasar una barrera con vigilancia y una vez dentro no sabrías si estás en Casablanca o en Munich, así que no había otra cosa que hacer que entregar la moto y disponerse a pasar un buen rato en la sala de espera y echar un vistazo a los coches y motos expuestos de vez en cuando. Bueno, no es mal plan para aguantar aunque sean 3 o 4 horitas entre que miran, deciden lo que van a hacer, reparan etc...

Al rato de estar allí aparece una pareja de franceses con una GS1200, después de ser atendidos por el personal me acerco y hablamos un rato, han venido en ferry desde Francia a rutear unos días, tienen el tiempo justo para llegar a Chefchaouen e iniciar la vuelta desde Tanger, pero dice que se estan quedando sin neumático trasero (error de cálculo igual que su indumentaria que es prácticamente de paseo: chaqueta de cuero, casco y poco más) y que le da miedo porque siguen las lluvias esos días en todo el norte, aunque yo no veo el neumático tan mal.

Pasan las horas, el francés está que se sube por las paredes, solo espera un cambio de neumático, pero todavía no saben ni siquiera si lo tienen, y en una de esos breves intercambios de comentarios acerca de lo lento que es todo en África (aunque ese concesionario parezca una pequeña porción de Europa) le comento que yo no veo el neumático tan mal como para no poder seguir el viaje, si llueve mucho basta con bajar la velocidad al mínimo, total, aquí lloviendo es un suicidio circular, así que más vale tomarselo con calma. Parece poco convencido, pero al rato le comunican que no tienen neumáticos de su modelo y medida y acaba de convencerse del todo. Nos despedimos y yo me quedo en el mismo sitio.

Para mí las cosas siguen igual, me explican lo que tiene el freno y lo que van a hacer, cambiar pastillas delanteras y traseras y arreglar el latiguillo trasero que tiene una fuga, lo mandarán a reparar a un taller especializado, básicamente porque tampoco tienen el recambio, y aquí, aunque estés en un concesionario oficial también hacen arreglos artesanales.

Mientras tanto, he estado observando en mis idas y venidas por el concesionario las grúas que han llegado durante la mañana cargando coches de alta gama averiados para entrar al taller. Concretamente 1 Bmw X5 contra 5 Range Rover y Land Rover Discovery. En una mañana y todos del país.

Me mandan a dar un paseo y a comer algo ya que cierran al mediodía. Parece que a primera hora de la tarde recibirán la pieza y se pondrán a montar. Bueno, a ver si puedo estar sobre las 5 en ruta. Me acerco andando en dirección al centro para no coger un taxi, pero tampoco tengo tiempo ni ganas de hacer gran cosa, ando pensando en como rehacer mi ruta de vuelta, ya he perdido casi un día. Como algo sin prisa y vuelvo a la hora que abren.

En la gran tv que tienen instalada en la zona del servicio postventa hay noticias continuas, en árabe, y llevo un buen rato viendo imágenes de algún follón en un país árabe, sin darle mayor importancia pienso que es alguno de los disturbios de Siria que ha acabado una vez más con muertos, se ven una y otra vez las mismas imágenes pero obviamente no me entero de nada, y los empleados de aquí se levantan, paran unos segundos delante del tv y siguen con sus cosas sin comentar nada. Hasta que de repente parece que actualizan noticias, veo que todo el personal, uno a uno, se van levantando y empiezan a hacer un corro delante de la tv mirando las noticias con un silencio respetuoso, hacen algún que otro comentario pero todos tienen apariencia grave. Parece que ahora sí hay noticias y no son agardables. Así que pregunto. Y la respuesta no es agradable: una maleta bomba en la plaza Djemaa El Fna de Marrakesh ha provocado varios muertos en una terraza de uno de los cafés más famosos.

Al principio no sé como tomarmelo. Comentamos la gravedad del tema y lo lamento por ellos, es un país realmente tranquilo y eso es una excepción que puede afectar mucho al turismo. Me lo han dicho suavemente y me observan cautelosamente como si pensaran que me va a dar un ataque de ansiedad o algo así, el pobre europeo que le ha pillado el atentado islamista en plena ruta por la zona parece que debería ponerse paranoico a estas alturas y querer marcharse aunque sea sin frenos. Ellos no saben que ayer tarde estaba en Marrakesh con intención de quedarme hasta hoy. Pero la verdad es que no me afecta demasiado, los atentados, cuando han pasado han pasado, lo que quiero yo es poder seguir mi ruta, aunque ya es tarde para rehacerla y eso es lo único que me agobia.

Siguen pasando las horas, creía que estaría en ruta a las 5, pero tampoco es a las 6, ahora ya empiezo a estar nervioso porque las 7 se acercan y la cosa sigue igual, cada vez que pregunto me dicen que ya la están terminando. Parece que no acaban de estar seguros que el latiguillo quede bien montado y no pierda por ninguna parte. Al final me anuncian que la moto está lista y me la traen, pero todavía tiene algún tornillo suelto, así que vuelven a llevársela, y al final, cuando me la entregan, la mayoría de empleados han salido ya para sus casas y me despiden el responsable de postventa que se encargó de mi moto y una chica de ventas muy simpática, ya son más de las 7.

Así pues empiezo de nuevo la ruta sin haber decidido lo que voy a hacer, han ido pasando las horas y mis planes han ido desmoronándose a medida que perdía más y más tiempo, así que decido salir a toda prisa de casablanca y pensar mientras hago ruta hacia el norte. Estoy muy lejos de la zona donde debería haber estado en el Atlas, ir hacia allí me supone terminar la ruta un día más tarde, cosa que no me puedo permitir si no quiero tener que hacer la ruta de vuelta ya en España de un tirón, y son más de 1200km.

Ya en la autopista, empezando a anochecer, me pego un par de sustos de muerte, dos veces veo una sombra cruzar ante mí circulando a 120km/h, aquí la iluminación es pésima y la gente cruza la autopista corriendo, hasta que no dejo los suburbios de Casablanca el tema me pone los pelos de punta, y de momento he decidido que me voy directo a Rabat a buscar sitio para dormir.

Llego a Rabat ya en plena noche, otra vez estoy buscando hotel cuando son casi las 9 de la noche, el centro está a tope de gente, es un caos circular por la avenida que está a las puertas de la medina con la habitual mezcla de peatones, coches, bicis y carritos en todas direcciones, y los hoteles llenos. Así que me alejo un poco del centro y encuentro un hotelito muy correcto en una zona residencial de estilo europeo, con una avenida con vias de tranvía moderno y muchas villas señoriales del siglo pasado.

Hay sitio en el hotel, así que descargo maletas y me dispongo a meter la moto en el parking. Pero ahí empieza la odisea. El "botones" se empeña en que meta la moto por una rampa que termina en un espacio lleno de trastos donde solo cabe la moto justita, pero es imposible darle la vuelta, habría que sacarla marcha atrás por la rampa, y para colmo la puerta es de doble hoja pero solo se abre una, la otra hace años que está atrancada, y debería desmontar las maletas para pasar por ahí. Así que le digo que no, que dejo la moto en la calle a las puertas del hotel y listos. Pero empieza otra vez la misma discusión que ya tuve en Casablanca, que allí no se puede dejar la moto en la calle sin vigilancia! Pero si a mi me parece un barrio tan acomodado y seguro como en cualquier ciudad del norte de Francia.

Después de discutir un rato se le ocurre al recepcionista del hotel que allí cerca hay un parking público subterráneo de reciente construcción, y el botones se dispone a subirse a mi moto para indicarme. Otra vez le tengo que explicar a un personaje de estos que destrás de mí llevo equipaje con la comida y que además a mi moto no se sube nadie sin casco. El surrealismo va en aumento a cada minuto. Yo voy por una calle en moto y el hombre va por otra, corriendo, porque los sentidos de las calles me obligan a ir un poco más alejado, y en los cruces me va indicando de lejos con grandes aspavientos, hasta que llegamos a una gran plaza moderna, el hombre está jadeando ahí esperándome en la entrada del parking mientras yo rodeo la plaza para entrar en el sentido correcto, y baja corriendo tras de mí cuando yo bajo la rampa. Siguiente sorpresa: la barrera no se abre. El hombre se va a buscar a alguien porque no hay forma de pasar, el detector que abre la barrera no se entera que hay una moto. Después de desaparecer por los pasillos de un gran parking moderno y totalmente vacío encuentra a un resposable del parking, se acercan dicutiendo y otra sorpresa más: el parking no admite motos, por eso no las detecta. Bien, ya tengo suficiente. Me marcho.

En el hotel no quieren saber nada de dejar la moto en la calle, así pues, vuelvo al hotel y cojo los bártulos, recoloco el equipaje, me equipo, arranco la moto y... en ese preciso instante, un negro alto que ha presenciado todos los acontecimientos desde hace media hora me pregunta como es que me voy, le digo que porque no hay parking y no me dejan aparcar en la calle, y acto seguido empieza a chillarle en árabe al botones y al recepcionista y medio en francés me aclara que más abajo hay otro parking de un hotel que a veces les hacen el favor de meter vehículos de sus clientes. Alucinado por lo rocambolesco que ha sido todo hasta ahora y que ahora se les ocurra la solución más lógica, les digo que adiós muy buenas y me marcho harto de tonterías.

De nuevo en la autopista, son más de las 10 de la noche y no hace frío, consciente de la hora que es, de repente me siento muy bien haciendo km de noche por esa autopista, está en buenas condiciones y cada 20 km encuentro un área de servicio bien equipada a la europea, con su restaurante, su tienda, etc, y todo bien atendido por chavales jóvenes vestidos con atuendo de la marca de gasolina. Paro un par de veces a comer un bocado y así hacer la ruta más llevadera y enseguida me doy cuenta que sin planearlo he decidido tirar hacia el norte, voy en dirección Tánger, ya encontraré algun sitio donde dormir aunque sea tarde, y mañana a lo mejor todavía puedo dedicar un día más de ruta por la parte norte.

Los km pasan cómodamente, paro en casi todas las áreas de servicio para no adormilarme conduciendo, descansando y bebiendo algo, en alguna incluso me dormí un rato. En Marruecos estan muy acostumbrados a viajar por carretera y paran a dormir en el propio vehículo cuando les apetece. El ambiente en plena noche no es para nada hostil y te sientes cómodo haciendo lo mismo que ellos. Lo que nunca hubiera hecho en una estación de servicio de mi propio país, allí me parece lo más normal. En una estación de servicio en obras me encentro que no hay nada, solo vallas y un edificio en construcción, eso y una fogata al lado del carril de acceso, alrededor de la cual se calientan 3 chavales jóvenes quemando unas maderas y cartones. Me paro allí mismo, me acerco a ellos y comentamos amistosamente la surrealista situación. Me despido al cabo de unos minutos y sigo la ruta, esta es otra cosa que nunca haría estando en casa.

Siguen los km, hacia el norte y el este se ven grandes relámpagos, y poco a poco el tiempo empeora. Pero ya estoy en Tanger, encuentro un par de controles de carretera, ya encontré uno saliendo de Casablanca, pero pese a haber habido un atentado tampoco se matan en controlar nada. Finalmente me meto en un hotel Ibis en las afueras de Tanger, es un poco cochambroso pese a ser muy moderno, pero son cerca de las 4 de la madrugada y hace rato que llueve bastante, así que decido quedarme por el astronómico precio de 70€. Mañana veremos como amanece el día y a donde me lleva la ruta.

Kilometraje etapa 7: 340km.

16 de septiembre de 2011

Marruecos en solitario - 6

Día 6. Valiente solitario.

Despierta el 27 de abril con menos prisas, hoy no tengo que subir ninguna duna. La verdad es que hoy empieza la parte menos decidida de la ruta, pasaré por Marrakesh? Haré noche de camino a la subida por la cara norte del Atlas? No sé, hoy improvisaré un poco según lo que cueste hacer los km que tengo por delante.


El desayuno ha sido un poco agridulce, nunca mejor dicho, estaba todo bastante rico pero el café con leche agria recalentada no me lo he tomado para que no me siente mal, como decía Hassan, el dueño del restaurante del Dades, el problema de los turistas que enferman en Marruecos no suele ser el agua sinó el mal estado de muchas comidas recalentadas de algunos hoteles (aunque le dí la razón en esa teoría estoy seguro que el agua ayuda bastante, motivo por el cual he tenido muchisimo cuidado).


Así salí pitando del valle de las rosas hacia Ouarzazate, disfrutando del paisaje y las kasbahs que salpican todo el valle con las primeras luces de la mañana.


Ouarzazate me pareció una ciudad ordenadísima, limpia, moderna, no en vano es la ciudad más importante al sur del Atlas, y guarda en su interior la enorme kasbah de Taourirt, que es una auténtica maravilla, queda apuntado como campo base para otras expediciones pues está bien situado para ver muchas cosas de la región. Encontré sin problema varios bancos de donde sacar dinero en efectivo, en el centro, cerca de la plaza donde se estaba empezando a montar un mercado, y proseguí mi viaje con la idea que es un buen sitio que hay que conocer mejor.


Ahora sí, el primer destino de la etapa, visitar Aït Benhaddou y quizás me acerque a ver la bonita kasbah de Telouet de camino al Tizi n'Ticka, pero después ya veremos. Saliendo de Ouarzazate me adelantaron dos moteros en BMW's con matrículas españolas, irían a Aït Benhaddou, pero parece que no tenían claro a donde iban y cambiaron de dirección varias veces sin parar en ningún momento a saludar pese a ir casi juntos, así que seguí mi ruta sin prestarles más atención.


Aït Benhaddou es un enorme ksar realmente espectacular. Pese a haber sido reconstruido varias veces debido sobretodo al dinero que genera la industria del cine, algunas con más bien poca fortuna, se conserva en un estado bastante auténtico. Tampoco hay que olvidar que estas construcciones de barro están realmente vivas, pues si no se reconstruyen a menudo se desmoronarían inmediatamente, y es inevitable que al final no quede nada original. Aït Benhaddou es una ciudad fortificada que data (en su estado actual más o menos) del S.XVII o XVIII, y en sus tiempos controlaba el paso desde el sur del Atlas hacia Marrakesh en la única ruta practicable para las caravanas, donde se debía ejercer una fuerte vigilancia a la vez que se cobraban los tributos de paso pertinentes. Es patrimonio de la humanidad desde 1987.


Las visitas están bien organizadas, con un parking bien acondicionado y una camino bien señalizado por el interior. A ellos parece que solo les interesa que veas la plaza de tierra en el exterior donde se grabaron escenas de la película Gladiator, pero para mi lo más bonito es ese contraste entre las construcciones de barro y los palmerales y los cultivos en el margen del río. No faltan los reclamos turísticos típicos, "visite la única y auténtica casa bereber", los niños agresivos como siempre y su "foto-pay" (me das 2 dirhams y te dejo que me hagas una foto, que simpáticos), las tiendas de fósiles llenas de nummulites a 2 euros (de yeso muchos de ellos), artesanía, etc... Era precisamente día de uno de los grandes partidos del año, Barça-Madrid, y como avispados son un rato los marroquíes, me recibían enseguida a las puertas de las tiendas con un "força Barça" y grandes agasajos y se despedían chillándome de lejos amigablemente "hala Madrid" cuando ya daban la venta por perdida. Lo que sí compré, y muy a gusto por el excelente trato del vendedor, fueron algunos colgantes de artesanía bereber auténtica, de plata trabajadas a mano, si se pide algo especial, estos amables mercaderes saben que piezas mostrar, las cuales acaban saliendo de un cofrecillo medio escondido entre montones de cosas en el fondo de la tienda.



De vuelta al parking para seguir la ruta, coincido con un grupo de moteros que me he estado encontrando casi en todas partes en mi ruta por las gargantas, unos 10 portugueses en BMW's de varios modelos, equipados como para salir a almorzar a 100 km de casa y con furgoneta oficial de asistencia mecánica de BMW con dos mecánicos a bordo, transporte de equipaje incluido, obviamente. Es un estilo de viaje cómodo y seguro, que imagino que permite disfrutar de la ruta sin pensar en gran cosa más, pero que no comparto pues se pierde toda la esencia del viaje, la planificación diaria, los inconvenientes de la propia ruta, abastecimiento de gasolina, comida, posibles incidencias, etc, es decir, todo lo que convierte el viaje en una pequeña aventura que te permite conocerte algo más a ti mismo y a tu máquina. Además, los grupos en que todo queda solucionado dentro del propio grupo se convierten en sistemas cerrados que no permiten o limitan al máximo la interacción con la gente del país, lo que, al final, aunque tu viaje no sea eminentemente antropológico, te deja con poco conocimiento de como es el país y su gente.

Total que tras intercambiar algunos saludos con los moteros que ya estaban a punto para proseguir su ruta raudos y veloces (nada que ver con los preparativos que cada vez tenía que hacer yo cuando volvía a mi moto y tenía que volver a reorganizar el equipaje y dejar todo el equipo listo para otra tanda de km), se me acerca uno del grupo con una F monocilíndrica como la mía, pero reluciente como si acabara de salir del concesionario. Y medio en portugués medio en español nos entendimos, la edad y kilometraje de mi moto reafirmaba su idea de que era una moto durísima, le costaba creer que mi F pasara de los 100.000 km y que estuviera haciendo una ruta por Marruecos en solitario.

- En solitario? En serio? Que valiente!!!- me decía el portugués medio en portugués, medio en inglés y español.

Claro, ahí es donde empiezas a plantearte que quizás tienen razón los que creen que ir de ruta en moto en solitario por Marruecos es una locura y no un simple paseo como afirman otros. Pero, pese a ser consciente de los peligros que corremos los moteros que viajamos solos no me sentía para nada un aventurero en tierras aún por descubrir.

En medio de esa conversación se había acercado uno de los mecánicos, dio un vistazo a la moto por todos sus ángulos para ver su estado general a simple vista y me preguntó si necesitaba algo, y ya que estaban allí con su furgoneta taller valía la pena aprovechar el momento y le comenté algo que no me preocupaba de momento pero que había estado notando toda la mañana: el freno trasero tenía el nivel de líquido bastante bajo y había perdido algo de presión.

Ni corto ni perezoso se agachó para analizar la cuestión por los bajos de la moto, sentenció que no tenía pérdidas y que bastaría con que rellenase el nivel de líquido en cualquier momento que me fuera bien y me dio un botecito de liquido de frenos, lo cual agradecí mucho, pues demostró que el espíritu motero sigue vivo allá donde vayas aunque te encuentres con moteros acomodados que viajan con la seguridad de la asistencia mecánica de su marca. Intercambiamos datos de la ruta que íbamos a seguir las próximas etapas para que yo pudiera contar con su ayuda si la necesitaba y nos despedimos. Como ellos iban a Marrakesh y después se desviaban hacia el sur y la costa todavía coincidiría con ellos en un buen trecho de la ruta de ese día.

Así fue como emprendí la marcha hacia Telouet, dando una buena vuelta alternativa a la ruta principal hacia el Tizi n'Ticka y Marrakesh. Pero me dí cuenta enseguida que seria una pesadilla que me retrasaría muchísimo. La presión de mi freno trasero perdía fuelle progresivamente y la carretera que lleva a Telouet se había convertido en una pista totalmente cubierta de gravilla suelta a causa de unas obras que cualquier sabe cuantos km podían prolongarse. Primera decisión drástica del día: freno trasero KO y gravilla no son una buena combinación, así que si se alargaba esa situación podía retrasarme muchísimo.

Me di la vuelta y volví a la carretera nacional, no tardé en contactar con el grupo de portugueses, se habrían entretenido en algun sitio, y con más cuidado que nunca y aprovechando el freno motor me hice toda el puerto del Tizi n'Ticka sin apenas tocar el freno trasero, tenía a tiro al grupo de portugueses pero no ví la necesidad de contactar con su mecánico, así que fui tirando a mi ritmo.


El Tizi n'Ticka llegó a aburrirme de verdad, pese a que tiene rincones preciosos no deja de ser un gran puerto de montaña larguísimo para después acabar en una nacional en el llano camino de Marrakesh que no tiene el más mínimo aliciente. Rellené el depósito del liquido de freno trasero, paré a comer junto a unos campos de trigo y miré el paisaje, pero ya estaba echando de menos los grandes cañones, los profundos palmerales y las dunas del desierto.


Tomé la decisión de irme a Marrakesh y quedarme a dormir. Mis planes iniciales eran dejar de lado las grandes ciudades, quería espacios abiertos, carreteras bonitas y paisajes infinitos, pero iba muy tarde según lo planificado (como todos los días), tenía que pasar a escasos 10 km de Marrakesh para enlazar dos carreteras nacionales y pasar la tarde-noche en Marrakesh ahora me apetecía de repente. Bendita sea la capacidad de improvisación del viajero solitario.

Después de una carretera infernal soportando temperaturas altas, camiones, tráfico intenso y un aburrimiento atroz debido a lo insulso de esa parte de la ruta, llegué finalmente a Marrakesh. El tráfico era como el de cualquier pueblo pero multiplicado por mil. Mi freno trasero se podía decir que había dejado de existir, usaba solo el delantero, lo cual, en carretera abierta no significaba un problema pero callejeando por las grandes avenidas que rodean el centro de la ciudad estaba empezando a ser ser preocupante, la sobrecarga a la que lo sometía no lo podía hacer durar mucho, así que paré, analicé la situación y pensé un poco mientras dejaba que se enfriase el disco delantero, pues los quejidos de ballena pariendo en cada semáforo delataban que no lo estaba tratando nada bien.

Revisando la documentación que llevaba conmigo (esa que hay que tener en la maleta para no ser usada nunca, embajadas, consulados, concesionarios BMW, etc...) me di cuenta que estaba a menos de 250 km. de Casablanca, donde según mis datos había uno de los cuatro concesionarios oficiales BMW del país y el único con taller especializado en motos BMW. Además era casi todo autopista de peaje, lo cual era un descanso para ambos frenos. Así que sin pensarlo dos veces abandoné Marrakesh y puse rumbo a Casablanca.

Los km caían rápidamente, el paisaje era realmente precioso, ondulado y totalmente cubierto por campos de trigo y algunas granjas. Como una versión africana de las llanuras de Francia. Es una autopista moderna, no se diferencia en nada de una europea, salvo por que a menudo los rebaños de ovejas pastaban entre el guardarrail de la autopista y la valla que en teoría les prohíbe el acceso. De vez en cuando alguna vaca me sorprendía rascándose tranquilamente el cuello en el guardarrail a escasos metro y medio de mi carril.

Realmente el día no dió mucho más de sí, llegué a Casablanca muy rápido, encontré un hotel dentro de la ciudad en zona indefinida, bastante moderna y europea, me instalé, me tomé un par de cervezas por primera vez en todo el viaje y me dediqué a descansar y leer, para desesperación del recepcionista del hotel que me iba dando el parte del Barça-Madrid sin entender como era de Barcelona y no me interesaba para nada. Me fui a dormir pensando que mañana ya me ocuparía de buscar el concesionario BMW a primera hora, con menos tráfico en las calles. Todo tiene solución, para qué preocuparse?

Kilometraje etapa 6: 455km.