El segundo día salgo con bastante retraso porque en el pequeño hotel donde me alojé la cafetería está cerrada hasta las 8'30 de la mañana, hora en que aparece la dueña preparada para llevar los niños al cole, así que me tiro desde las 7 de la mañana paseando y conversando "fluidamente" con dos ingleses en bmw's 1200 GS que están a medio camino de una ruta de varias semanas por Europa enlazando varias carreras de F-1 y Motogp, lo curioso es que llevan equipaje para llevar un par de calzoncillos y poco más.
En algun lugar que no recuerdo a medio camino entre Limoges y Vannes, pues no le hice el menor caso al gps durante muchos km ruteando por carreteras secundarias preciosas.
Después de un buen chaparrón parece que el tiempo se vuelve a estabilizar, la constante de todo el viaje. Aprendí enseguida a "navegar a ojo" observando el cielo y aumentando o disminuyendo la velocidad para calcular el paso entre nubes que descargaban a base de bien y así mojarme lo justo.
Después de llegar y cruzar Vannes me encamino hasta una bonita península a descansar y empezar a disfrutar de la costa de Bretaña. Hay una buena vista del Golfo de Morbihan y sus islas, más tarde me encaminaré a la parte occidental de dicho golfo.
Y por fin en mi primer objetivo en Bretaña: Locmariaquer, un precioso y tranquilo pueblecito de pescadores como tantos de Bretaña.
Un hotelito sencillo en una situación inmejorable, es impagable estar en un dia laborable en Bretaña, pasando la tarde en la terraza del hotel viendo como sube la marea sin más ocupación que tomar un crêpe y una cerveza.
Un paseo por el pueblo a media tarde.
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