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CURRAHEE!!!


17 de agosto de 2008

Solsona - Coll de Jou - Tuixén - Gosol

Agafant la carretera de Lladurs, de Solsona a Coll de Jou hi ha una de les vistes més espectaculars del Port del Compte, tot passant per una espècie de serra de l'Obac d'escala reduïda (una mica). Després es pot baixar cap a Sant Llorenç de Morunys i desviar-se cap a La Coma i La Pedra o anar en direcció a les pistes del Port del Compte, per agafar la carretera que porta directament a Tuixén a través del Coll de Port. Passat Tuixén, seguirem la carretera en direcció Gosol passant per Josa del Cadí, i seguint la vall del riu de Josa i més tard el Coll de Josa, acabarem arribant a Gosol, quasi al peu del Pedraforca.

Camí de Lladurs.


Port del Compte a distancia.



Tuixén.


St. Jaume de Tuixén.



Josa del Cadí.

El Pedraforca, vista Oest.


Bcn - Manresa - Solsona - Coll de Jou - Tuixén - Gosol - Berga - Bcn = 345 km aprox.

16 de agosto de 2008

Encuentros en la Serenissima Republica

Venezia, 4 al 8 de agosto de 2008.

La Serenissima nos recibe con un calor insoportable y millones de turistas abarrotando sus estrechas calles, el cielo parece un fondo mal pintado para una mala película, pero al león alado parece que no le importa, a nosotros tampoco, aguantamos estoicamente el primer viaje en vaporetto y la pateada bajo un sol de justicia contentos de estar por fin allí, parece imposible después de tantos meses.

Rialto al atardecer, ya sin tanto calor ni el olor a pies de las hordas de turistas que parece que pretendan hundirlo... más que nada porque no estamos arriba.

Parece que se van unos 2.500, o es que solo quieren ver San Giorgio de cerca desde su pequeño "transporte".

El Canal Grande es mágico sin tráfico y con la luz del atardecer. Es otro mundo.

Lo mejor de la vida (del turista) en Venezia: atardecer en San Marco.

Se acerca la noche.

Empieza a mejorar el tiempo, es mas fresco y menos húmedo. El tráfico cerca de Rialto vuelve a ser el habitual de cada mañana.

Rincones de Venezia I.

A este elemento te lo encuentras muy a menudo, es omnipresente y le hacen trabajar bastante.

Otro momento mágico en Rialto.

Luz en movimiento I.


De camino a Murano.


El "erizo" de Murano.


Si Venezia es algo abarrotada y estrecha, Murano parece una zona residencial con anchas avenidas y concurridas aceras comerciales.


La Salute por dentro.


y por fuera.

Rincones de Venezia II.


El atardecer es una hora de luz mágica para pasearse por San Marco, la basílica parece transportada desde otro lugar y otra época como sus 4 caballos dorados traidos de Constantinopla.

Luz en movimiento II.

Rincones de Venezia III.


Muchos detalles de influencia bizantina salpican el paisaje.


Sin palabras.


El reloj visto entre las patas de uno de los caballos de la fachada de la basílica, copias de los originales firmadas en Milano.


Rincones de Venezia IV.

La Fenice.

El Ca d'Oro, casi delante de nuestro acogedor hotel, antiguamente tuvo su fachada revestida enteramente de oro, si hoy reluce con la luz directa del sol antiguamente debió provocar ataques epilépticos.


Luces y sombras al atardecer desde nuestro pequeño embarcadero.


Rincones de Venezia V.


Detalles de la basílica bajo la luz dorada. Es difícil no encontrar algo bajo andamiajes y lonas en Venezia.


Una tarde realmente tranquila, sin los miles de hormigas que suelen poblar la plaza San Marco, vista desde el Campanile.


La secuencia de campanas hace que suenen hasta en 3 sitios diferentes de San Marcos, empezando por la fachada lateral de la basílica, siguiendo por la Torre dell'Orologio de la fachada norte y terminando por este conjunto de 5 enormes campanas del Campanile. Si no te ha dado un ataque epiléptico en el interior de la basílica te puede rematar el sonido de las campanas estando arriba.


San Giorgio Maggiore.


El paisaje sobre las cúpulas de la basílica.


Y otra vez la noche mágica de San Marcos. Cualquiera diría que soy un noctámbulo.


El "parking" del hotel.


Rincones de Venezia VI.


El Ca d'Oro de cerca.


El hotel San Cassiano "Ca Favretto", el señor Giovanni Favretto ya sabía lo que hacía. Nosotros también.


El preludio de nuestra despedida de Venezia.

No podía esperar una despedida mejor de la Serenissima que no fuera con una gran tormenta de verano. Sublime.

Hasta la próxima, Serenissima.