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CURRAHEE!!!


6 de noviembre de 2011

Marruecos en solitario - 8 y 9

Día 8. La lluvia, mi eterna compañera.

29 de abril. Son las 7:30 de la mañana, apenas he dormido 4 horas. Los rayos y los truenos cercanos me han despertado y está claro que la cosa está peor que ayer. Diluvia. Y el hotel donde estoy no es precisamente el lugar donde uno dejaría pasar la mañana tranquilamente tomando un té y leyendo, viendo como llueve desde el salón y esperando tranquilamente a que el tiempo mejore.

Así pues, la decisión ya está tomada, si ese es el tiempo que hace en Tánger y hace varias horas que está así, no estará mejor en el resto de la costa mediterránea. Lo mejor es coger el primer ferry de la mañana y salir zumbando hacia tierras cristianas. No tengo nada en contra de los infieles, pero ya estoy harto de lluvias y de cambios de planes.

Me equipo al completo para la lluvia y salgo hacia el puerto, atravieso el centro de Tánger sin ver apenas nada y en menos de media hora estoy comprando el billete con mis últimos dirhams. Como siempre un buscavidas me está avasallando pidiéndome dinero como si me hubiera hecho algún servicio. Al llegar a la gran plaza que se abre a la entrada del puerto, este personaje me indicaba con grandes gesticulaciones, desde 500 metros, en dirección a donde se encuentran las oficinas de compra de billetes, como si no las hubiera podido encontrar yo mismo.

A estas alturas me he cansado de los "servicios" inexistentes y no le pongo precisamente buena cara, le doy 2 dirhams ya de mala leche con la firme intención de que suponga una pequeña ofensa, estoy harto de estos timos y estoy harto de mojarme, y el tipo cree que tiene que cobrar más, ha visto el cambio que me han devuelto y todavía me quedan unos 20 o 30 dirhams (2 o 3 euros), eso después de que el vendedor de la agencia me lo quitara de encima por estar molestando sin hacer nada.

Así pues, después de desquitarme del agobio al que te someten en las fronteras con el pobre desgraciado, me encamino a pasar los trámites para salir del país. Otra vez los policías que parece que se te van a comer y que simplemente ponen un sello en los papeles casi sin mirarlos, pero como solo gruñen en árabe basta con darles todos los papeles y que se espabilen. Por lo visto consideran que me he saltado la aduana, aquí no hay el más mínimo orden y no te indican nada, así que me he puesto a la cabeza de la pequeña cola de coches que queremos subir al primer ferry. Me hacen dar la vuelta y pasar por el carril de la aduana, solo para que al llegar al sitio adecuado un poli con cara de sueño me indique que siga sin siquiera mirarme a la cara. Y me sigo mojando.

En fin, la verdad es que ahora mismo ya tengo ganas de volver a casa, las fronteras son lo más desagradable, mientras vas todo es nuevo y excitante, cuando ya vuelves, el simple hecho de pasar por esa caverna de zorros te pone de mala leche.

El mar estaba bastante calmado pese al mal tiempo, y en una hora estaba en Tarifa. La idea era llegar a Granada y pasar la tarde tranquilamente para iniciar al día siguiente la etapa de retorno, así que me puse en camino con una lluvia intermitente que me acompañó hasta Granada.

En Granada, lo primero fue dar un rodeo hasta pasar por lo alto de la Alhambra, esto está en la lista de imprescindibles, pero esta vez no hay ni tiempo ni, por lo visto, posibilidad de visitarla, según comentó la recepcionista del hotel en el que alojé, pues hay reserva para días. El hotel Reina Mora, muy recomendable, está situado en el mismo centro, lo me permitió darme una ducha rápida y salir a dar un paseo hasta dar con el sitio adecuado para lo que estaba anhelando desde hacía unos días, darme un pequeño banquete a base de buen jamón y vino tinto, esto sí que ya es como estar en casa.

Me merezco un buen descanso, pues he terminado realmente harto de mi fiel compañera de viajes... la lluvia.

Kilometraje etapa 8: 240km.

Día 9. Italia queda lejos.

30 de abril. He descansado muchísimo, que bien me sentó la cena, me ha dado energía para afrontar los ultimos 900km con ganas. Salgo de Granada con ganas de volver, me ha dejado muy buen sabor de boca.

El tiempo está parecido al de ayer, pero conforme pasan los km va mejorando y hacia la zona de Murcia ya se han abierto claros suficientes como para guardar el equipo de lluvia, el viaje termina ya, solo queda hacer los km de forma relajada.

Paro en algunas áreas de servicio, y cuando veo a los típicos marroquíes con sus coches destartalados cubiertos de trastos, me inspiran una simpatía que no sentía antes, ahora no me sería extraño pararme a charlar con ellos de cualquier cosa. Pero también hay italianos y además moteros, y estos también han demostrado ser bastante surrealistas.

Estuve charlando un rato con una pareja italiana con una GS1200, venían de hacer una ruta por todo el sur de españa y comentamos las respectivas rutas, ellos iban a Barcelona a embarcar en el ferry -Italia queda lejos, me dijo-, el tipo era un poco pijo y me miraba con cara de no creer que venía yo solo de Marruecos con una 650 monocilíndrica, me hablaba medio en inglés medio en italiano, y tenía bastantes problemas para entender porqué su navegador le indicaba un par de horas más de tiempo de viaje recorriendo la costa mediterránea por la nacional que si lo hacía por autopista. Le dije que era normal, que la nacional tiene tramos rápidos y tramos de pesadilla, no entiendo, viniendo de italia, porque le resultaba tan extraño, será que las autopistas en italia son todas fantásticas, no digamos las nacionales. Me instalé con mi comida de campaña habitual en la hierba al lado de mi moto. Al cabo de un rato apareció el italian de nuevo.

- Mi novia se enfadará conmigo si sabe que he venido... está en el baño... pero es que debo verlo por mi mismo.- me soltó en inglés el personaje.

No pude hacer otra cosa que sonreir. El hombre daba vueltas a mi moto y la analizaba mientras yo seguía tumbado en la hierba, parecía no poder creer que venía de hacer ese viaje yo solo con esa moto.

Pero ya estoy acostumbrado. Muchos creen que no es moto para grandes rutas y que lo más que podrás hacer con ella es ir a buscar setas a 100km de casa (literalmente extraído de una acalorada discusión en un foro). Los mismos que creen eso necesitan más de 100cv bajo el culo y todos los gadgets electrónicos imaginables para que su moto sea "una moto de verdad".

Pero ahí está mi moto -pensaba yo mientras el italiano la analizaba con aire meditabundo-, a sus casi 11 años y alrededor de 107.000km me lleva de vuelta para casa, después de casi 4.000km, incansable como siempre, con su latiguillo artesanal marroquí y el liquido de frenos portugués, con la suciedad de mil barros diferentes y la arena del desierto que se habrá colado por todos sus recovecos, con sus días de sol y sus espejismos del desierto, y con el recuerdo de todos los personajes surrealistas que ha visto durante el viaje.

De vuelta a casa una vez más.

Kilometraje etapa 9: 920km.

29 de septiembre de 2011

Marruecos en solitario - 7

Día 7. Bmw vs Range Rover.

28 de abril. Me despierto en Casablanca en un hotel grande pero mediocre. No sé que pasa en Marruecos que todavía no he visto un hotel donde haya más de un par de luces de bajo consumo con las que apenas ves nada dentro de la habitación. Será que son muy ahorradores. He madrugado y enseguida estoy en la calle intentando localizar en el gps la dirección donde tengo que ir, puesto que el mapa que llevo no tiene base de datos. Me acaba ayudando un policía que lleva también una F-GS como la mía, pero como la mayoría de gente (ayer también pregunté) no tien mucha idea de por donde para el cruce de avenidas donde se encuentra el concesionario BMW.

Al final, localizamos en el gps la avenida principal y ya solo tengo que ir siguiéndola hasta el cruce hasta dar con el sitio. No me cuesta mucho llegar hasta allí, es temprano, hay poco tráfico y el freno delantero apenas se queja cuando le exijo un esfuerzo.

Así que a las 8 de la mañana estaba yo ya plantado en la oficina de atención post-venta del concesionario Smeia, importador exclusivo de BMW y Range Rover, me atendieron rápido y eficazmente, al mismo recinto del concesionario se accede tras pasar una barrera con vigilancia y una vez dentro no sabrías si estás en Casablanca o en Munich, así que no había otra cosa que hacer que entregar la moto y disponerse a pasar un buen rato en la sala de espera y echar un vistazo a los coches y motos expuestos de vez en cuando. Bueno, no es mal plan para aguantar aunque sean 3 o 4 horitas entre que miran, deciden lo que van a hacer, reparan etc...

Al rato de estar allí aparece una pareja de franceses con una GS1200, después de ser atendidos por el personal me acerco y hablamos un rato, han venido en ferry desde Francia a rutear unos días, tienen el tiempo justo para llegar a Chefchaouen e iniciar la vuelta desde Tanger, pero dice que se estan quedando sin neumático trasero (error de cálculo igual que su indumentaria que es prácticamente de paseo: chaqueta de cuero, casco y poco más) y que le da miedo porque siguen las lluvias esos días en todo el norte, aunque yo no veo el neumático tan mal.

Pasan las horas, el francés está que se sube por las paredes, solo espera un cambio de neumático, pero todavía no saben ni siquiera si lo tienen, y en una de esos breves intercambios de comentarios acerca de lo lento que es todo en África (aunque ese concesionario parezca una pequeña porción de Europa) le comento que yo no veo el neumático tan mal como para no poder seguir el viaje, si llueve mucho basta con bajar la velocidad al mínimo, total, aquí lloviendo es un suicidio circular, así que más vale tomarselo con calma. Parece poco convencido, pero al rato le comunican que no tienen neumáticos de su modelo y medida y acaba de convencerse del todo. Nos despedimos y yo me quedo en el mismo sitio.

Para mí las cosas siguen igual, me explican lo que tiene el freno y lo que van a hacer, cambiar pastillas delanteras y traseras y arreglar el latiguillo trasero que tiene una fuga, lo mandarán a reparar a un taller especializado, básicamente porque tampoco tienen el recambio, y aquí, aunque estés en un concesionario oficial también hacen arreglos artesanales.

Mientras tanto, he estado observando en mis idas y venidas por el concesionario las grúas que han llegado durante la mañana cargando coches de alta gama averiados para entrar al taller. Concretamente 1 Bmw X5 contra 5 Range Rover y Land Rover Discovery. En una mañana y todos del país.

Me mandan a dar un paseo y a comer algo ya que cierran al mediodía. Parece que a primera hora de la tarde recibirán la pieza y se pondrán a montar. Bueno, a ver si puedo estar sobre las 5 en ruta. Me acerco andando en dirección al centro para no coger un taxi, pero tampoco tengo tiempo ni ganas de hacer gran cosa, ando pensando en como rehacer mi ruta de vuelta, ya he perdido casi un día. Como algo sin prisa y vuelvo a la hora que abren.

En la gran tv que tienen instalada en la zona del servicio postventa hay noticias continuas, en árabe, y llevo un buen rato viendo imágenes de algún follón en un país árabe, sin darle mayor importancia pienso que es alguno de los disturbios de Siria que ha acabado una vez más con muertos, se ven una y otra vez las mismas imágenes pero obviamente no me entero de nada, y los empleados de aquí se levantan, paran unos segundos delante del tv y siguen con sus cosas sin comentar nada. Hasta que de repente parece que actualizan noticias, veo que todo el personal, uno a uno, se van levantando y empiezan a hacer un corro delante de la tv mirando las noticias con un silencio respetuoso, hacen algún que otro comentario pero todos tienen apariencia grave. Parece que ahora sí hay noticias y no son agardables. Así que pregunto. Y la respuesta no es agradable: una maleta bomba en la plaza Djemaa El Fna de Marrakesh ha provocado varios muertos en una terraza de uno de los cafés más famosos.

Al principio no sé como tomarmelo. Comentamos la gravedad del tema y lo lamento por ellos, es un país realmente tranquilo y eso es una excepción que puede afectar mucho al turismo. Me lo han dicho suavemente y me observan cautelosamente como si pensaran que me va a dar un ataque de ansiedad o algo así, el pobre europeo que le ha pillado el atentado islamista en plena ruta por la zona parece que debería ponerse paranoico a estas alturas y querer marcharse aunque sea sin frenos. Ellos no saben que ayer tarde estaba en Marrakesh con intención de quedarme hasta hoy. Pero la verdad es que no me afecta demasiado, los atentados, cuando han pasado han pasado, lo que quiero yo es poder seguir mi ruta, aunque ya es tarde para rehacerla y eso es lo único que me agobia.

Siguen pasando las horas, creía que estaría en ruta a las 5, pero tampoco es a las 6, ahora ya empiezo a estar nervioso porque las 7 se acercan y la cosa sigue igual, cada vez que pregunto me dicen que ya la están terminando. Parece que no acaban de estar seguros que el latiguillo quede bien montado y no pierda por ninguna parte. Al final me anuncian que la moto está lista y me la traen, pero todavía tiene algún tornillo suelto, así que vuelven a llevársela, y al final, cuando me la entregan, la mayoría de empleados han salido ya para sus casas y me despiden el responsable de postventa que se encargó de mi moto y una chica de ventas muy simpática, ya son más de las 7.

Así pues empiezo de nuevo la ruta sin haber decidido lo que voy a hacer, han ido pasando las horas y mis planes han ido desmoronándose a medida que perdía más y más tiempo, así que decido salir a toda prisa de casablanca y pensar mientras hago ruta hacia el norte. Estoy muy lejos de la zona donde debería haber estado en el Atlas, ir hacia allí me supone terminar la ruta un día más tarde, cosa que no me puedo permitir si no quiero tener que hacer la ruta de vuelta ya en España de un tirón, y son más de 1200km.

Ya en la autopista, empezando a anochecer, me pego un par de sustos de muerte, dos veces veo una sombra cruzar ante mí circulando a 120km/h, aquí la iluminación es pésima y la gente cruza la autopista corriendo, hasta que no dejo los suburbios de Casablanca el tema me pone los pelos de punta, y de momento he decidido que me voy directo a Rabat a buscar sitio para dormir.

Llego a Rabat ya en plena noche, otra vez estoy buscando hotel cuando son casi las 9 de la noche, el centro está a tope de gente, es un caos circular por la avenida que está a las puertas de la medina con la habitual mezcla de peatones, coches, bicis y carritos en todas direcciones, y los hoteles llenos. Así que me alejo un poco del centro y encuentro un hotelito muy correcto en una zona residencial de estilo europeo, con una avenida con vias de tranvía moderno y muchas villas señoriales del siglo pasado.

Hay sitio en el hotel, así que descargo maletas y me dispongo a meter la moto en el parking. Pero ahí empieza la odisea. El "botones" se empeña en que meta la moto por una rampa que termina en un espacio lleno de trastos donde solo cabe la moto justita, pero es imposible darle la vuelta, habría que sacarla marcha atrás por la rampa, y para colmo la puerta es de doble hoja pero solo se abre una, la otra hace años que está atrancada, y debería desmontar las maletas para pasar por ahí. Así que le digo que no, que dejo la moto en la calle a las puertas del hotel y listos. Pero empieza otra vez la misma discusión que ya tuve en Casablanca, que allí no se puede dejar la moto en la calle sin vigilancia! Pero si a mi me parece un barrio tan acomodado y seguro como en cualquier ciudad del norte de Francia.

Después de discutir un rato se le ocurre al recepcionista del hotel que allí cerca hay un parking público subterráneo de reciente construcción, y el botones se dispone a subirse a mi moto para indicarme. Otra vez le tengo que explicar a un personaje de estos que destrás de mí llevo equipaje con la comida y que además a mi moto no se sube nadie sin casco. El surrealismo va en aumento a cada minuto. Yo voy por una calle en moto y el hombre va por otra, corriendo, porque los sentidos de las calles me obligan a ir un poco más alejado, y en los cruces me va indicando de lejos con grandes aspavientos, hasta que llegamos a una gran plaza moderna, el hombre está jadeando ahí esperándome en la entrada del parking mientras yo rodeo la plaza para entrar en el sentido correcto, y baja corriendo tras de mí cuando yo bajo la rampa. Siguiente sorpresa: la barrera no se abre. El hombre se va a buscar a alguien porque no hay forma de pasar, el detector que abre la barrera no se entera que hay una moto. Después de desaparecer por los pasillos de un gran parking moderno y totalmente vacío encuentra a un resposable del parking, se acercan dicutiendo y otra sorpresa más: el parking no admite motos, por eso no las detecta. Bien, ya tengo suficiente. Me marcho.

En el hotel no quieren saber nada de dejar la moto en la calle, así pues, vuelvo al hotel y cojo los bártulos, recoloco el equipaje, me equipo, arranco la moto y... en ese preciso instante, un negro alto que ha presenciado todos los acontecimientos desde hace media hora me pregunta como es que me voy, le digo que porque no hay parking y no me dejan aparcar en la calle, y acto seguido empieza a chillarle en árabe al botones y al recepcionista y medio en francés me aclara que más abajo hay otro parking de un hotel que a veces les hacen el favor de meter vehículos de sus clientes. Alucinado por lo rocambolesco que ha sido todo hasta ahora y que ahora se les ocurra la solución más lógica, les digo que adiós muy buenas y me marcho harto de tonterías.

De nuevo en la autopista, son más de las 10 de la noche y no hace frío, consciente de la hora que es, de repente me siento muy bien haciendo km de noche por esa autopista, está en buenas condiciones y cada 20 km encuentro un área de servicio bien equipada a la europea, con su restaurante, su tienda, etc, y todo bien atendido por chavales jóvenes vestidos con atuendo de la marca de gasolina. Paro un par de veces a comer un bocado y así hacer la ruta más llevadera y enseguida me doy cuenta que sin planearlo he decidido tirar hacia el norte, voy en dirección Tánger, ya encontraré algun sitio donde dormir aunque sea tarde, y mañana a lo mejor todavía puedo dedicar un día más de ruta por la parte norte.

Los km pasan cómodamente, paro en casi todas las áreas de servicio para no adormilarme conduciendo, descansando y bebiendo algo, en alguna incluso me dormí un rato. En Marruecos estan muy acostumbrados a viajar por carretera y paran a dormir en el propio vehículo cuando les apetece. El ambiente en plena noche no es para nada hostil y te sientes cómodo haciendo lo mismo que ellos. Lo que nunca hubiera hecho en una estación de servicio de mi propio país, allí me parece lo más normal. En una estación de servicio en obras me encentro que no hay nada, solo vallas y un edificio en construcción, eso y una fogata al lado del carril de acceso, alrededor de la cual se calientan 3 chavales jóvenes quemando unas maderas y cartones. Me paro allí mismo, me acerco a ellos y comentamos amistosamente la surrealista situación. Me despido al cabo de unos minutos y sigo la ruta, esta es otra cosa que nunca haría estando en casa.

Siguen los km, hacia el norte y el este se ven grandes relámpagos, y poco a poco el tiempo empeora. Pero ya estoy en Tanger, encuentro un par de controles de carretera, ya encontré uno saliendo de Casablanca, pero pese a haber habido un atentado tampoco se matan en controlar nada. Finalmente me meto en un hotel Ibis en las afueras de Tanger, es un poco cochambroso pese a ser muy moderno, pero son cerca de las 4 de la madrugada y hace rato que llueve bastante, así que decido quedarme por el astronómico precio de 70€. Mañana veremos como amanece el día y a donde me lleva la ruta.

Kilometraje etapa 7: 340km.

16 de septiembre de 2011

Marruecos en solitario - 6

Día 6. Valiente solitario.

Despierta el 27 de abril con menos prisas, hoy no tengo que subir ninguna duna. La verdad es que hoy empieza la parte menos decidida de la ruta, pasaré por Marrakesh? Haré noche de camino a la subida por la cara norte del Atlas? No sé, hoy improvisaré un poco según lo que cueste hacer los km que tengo por delante.


El desayuno ha sido un poco agridulce, nunca mejor dicho, estaba todo bastante rico pero el café con leche agria recalentada no me lo he tomado para que no me siente mal, como decía Hassan, el dueño del restaurante del Dades, el problema de los turistas que enferman en Marruecos no suele ser el agua sinó el mal estado de muchas comidas recalentadas de algunos hoteles (aunque le dí la razón en esa teoría estoy seguro que el agua ayuda bastante, motivo por el cual he tenido muchisimo cuidado).


Así salí pitando del valle de las rosas hacia Ouarzazate, disfrutando del paisaje y las kasbahs que salpican todo el valle con las primeras luces de la mañana.


Ouarzazate me pareció una ciudad ordenadísima, limpia, moderna, no en vano es la ciudad más importante al sur del Atlas, y guarda en su interior la enorme kasbah de Taourirt, que es una auténtica maravilla, queda apuntado como campo base para otras expediciones pues está bien situado para ver muchas cosas de la región. Encontré sin problema varios bancos de donde sacar dinero en efectivo, en el centro, cerca de la plaza donde se estaba empezando a montar un mercado, y proseguí mi viaje con la idea que es un buen sitio que hay que conocer mejor.


Ahora sí, el primer destino de la etapa, visitar Aït Benhaddou y quizás me acerque a ver la bonita kasbah de Telouet de camino al Tizi n'Ticka, pero después ya veremos. Saliendo de Ouarzazate me adelantaron dos moteros en BMW's con matrículas españolas, irían a Aït Benhaddou, pero parece que no tenían claro a donde iban y cambiaron de dirección varias veces sin parar en ningún momento a saludar pese a ir casi juntos, así que seguí mi ruta sin prestarles más atención.


Aït Benhaddou es un enorme ksar realmente espectacular. Pese a haber sido reconstruido varias veces debido sobretodo al dinero que genera la industria del cine, algunas con más bien poca fortuna, se conserva en un estado bastante auténtico. Tampoco hay que olvidar que estas construcciones de barro están realmente vivas, pues si no se reconstruyen a menudo se desmoronarían inmediatamente, y es inevitable que al final no quede nada original. Aït Benhaddou es una ciudad fortificada que data (en su estado actual más o menos) del S.XVII o XVIII, y en sus tiempos controlaba el paso desde el sur del Atlas hacia Marrakesh en la única ruta practicable para las caravanas, donde se debía ejercer una fuerte vigilancia a la vez que se cobraban los tributos de paso pertinentes. Es patrimonio de la humanidad desde 1987.


Las visitas están bien organizadas, con un parking bien acondicionado y una camino bien señalizado por el interior. A ellos parece que solo les interesa que veas la plaza de tierra en el exterior donde se grabaron escenas de la película Gladiator, pero para mi lo más bonito es ese contraste entre las construcciones de barro y los palmerales y los cultivos en el margen del río. No faltan los reclamos turísticos típicos, "visite la única y auténtica casa bereber", los niños agresivos como siempre y su "foto-pay" (me das 2 dirhams y te dejo que me hagas una foto, que simpáticos), las tiendas de fósiles llenas de nummulites a 2 euros (de yeso muchos de ellos), artesanía, etc... Era precisamente día de uno de los grandes partidos del año, Barça-Madrid, y como avispados son un rato los marroquíes, me recibían enseguida a las puertas de las tiendas con un "força Barça" y grandes agasajos y se despedían chillándome de lejos amigablemente "hala Madrid" cuando ya daban la venta por perdida. Lo que sí compré, y muy a gusto por el excelente trato del vendedor, fueron algunos colgantes de artesanía bereber auténtica, de plata trabajadas a mano, si se pide algo especial, estos amables mercaderes saben que piezas mostrar, las cuales acaban saliendo de un cofrecillo medio escondido entre montones de cosas en el fondo de la tienda.



De vuelta al parking para seguir la ruta, coincido con un grupo de moteros que me he estado encontrando casi en todas partes en mi ruta por las gargantas, unos 10 portugueses en BMW's de varios modelos, equipados como para salir a almorzar a 100 km de casa y con furgoneta oficial de asistencia mecánica de BMW con dos mecánicos a bordo, transporte de equipaje incluido, obviamente. Es un estilo de viaje cómodo y seguro, que imagino que permite disfrutar de la ruta sin pensar en gran cosa más, pero que no comparto pues se pierde toda la esencia del viaje, la planificación diaria, los inconvenientes de la propia ruta, abastecimiento de gasolina, comida, posibles incidencias, etc, es decir, todo lo que convierte el viaje en una pequeña aventura que te permite conocerte algo más a ti mismo y a tu máquina. Además, los grupos en que todo queda solucionado dentro del propio grupo se convierten en sistemas cerrados que no permiten o limitan al máximo la interacción con la gente del país, lo que, al final, aunque tu viaje no sea eminentemente antropológico, te deja con poco conocimiento de como es el país y su gente.

Total que tras intercambiar algunos saludos con los moteros que ya estaban a punto para proseguir su ruta raudos y veloces (nada que ver con los preparativos que cada vez tenía que hacer yo cuando volvía a mi moto y tenía que volver a reorganizar el equipaje y dejar todo el equipo listo para otra tanda de km), se me acerca uno del grupo con una F monocilíndrica como la mía, pero reluciente como si acabara de salir del concesionario. Y medio en portugués medio en español nos entendimos, la edad y kilometraje de mi moto reafirmaba su idea de que era una moto durísima, le costaba creer que mi F pasara de los 100.000 km y que estuviera haciendo una ruta por Marruecos en solitario.

- En solitario? En serio? Que valiente!!!- me decía el portugués medio en portugués, medio en inglés y español.

Claro, ahí es donde empiezas a plantearte que quizás tienen razón los que creen que ir de ruta en moto en solitario por Marruecos es una locura y no un simple paseo como afirman otros. Pero, pese a ser consciente de los peligros que corremos los moteros que viajamos solos no me sentía para nada un aventurero en tierras aún por descubrir.

En medio de esa conversación se había acercado uno de los mecánicos, dio un vistazo a la moto por todos sus ángulos para ver su estado general a simple vista y me preguntó si necesitaba algo, y ya que estaban allí con su furgoneta taller valía la pena aprovechar el momento y le comenté algo que no me preocupaba de momento pero que había estado notando toda la mañana: el freno trasero tenía el nivel de líquido bastante bajo y había perdido algo de presión.

Ni corto ni perezoso se agachó para analizar la cuestión por los bajos de la moto, sentenció que no tenía pérdidas y que bastaría con que rellenase el nivel de líquido en cualquier momento que me fuera bien y me dio un botecito de liquido de frenos, lo cual agradecí mucho, pues demostró que el espíritu motero sigue vivo allá donde vayas aunque te encuentres con moteros acomodados que viajan con la seguridad de la asistencia mecánica de su marca. Intercambiamos datos de la ruta que íbamos a seguir las próximas etapas para que yo pudiera contar con su ayuda si la necesitaba y nos despedimos. Como ellos iban a Marrakesh y después se desviaban hacia el sur y la costa todavía coincidiría con ellos en un buen trecho de la ruta de ese día.

Así fue como emprendí la marcha hacia Telouet, dando una buena vuelta alternativa a la ruta principal hacia el Tizi n'Ticka y Marrakesh. Pero me dí cuenta enseguida que seria una pesadilla que me retrasaría muchísimo. La presión de mi freno trasero perdía fuelle progresivamente y la carretera que lleva a Telouet se había convertido en una pista totalmente cubierta de gravilla suelta a causa de unas obras que cualquier sabe cuantos km podían prolongarse. Primera decisión drástica del día: freno trasero KO y gravilla no son una buena combinación, así que si se alargaba esa situación podía retrasarme muchísimo.

Me di la vuelta y volví a la carretera nacional, no tardé en contactar con el grupo de portugueses, se habrían entretenido en algun sitio, y con más cuidado que nunca y aprovechando el freno motor me hice toda el puerto del Tizi n'Ticka sin apenas tocar el freno trasero, tenía a tiro al grupo de portugueses pero no ví la necesidad de contactar con su mecánico, así que fui tirando a mi ritmo.


El Tizi n'Ticka llegó a aburrirme de verdad, pese a que tiene rincones preciosos no deja de ser un gran puerto de montaña larguísimo para después acabar en una nacional en el llano camino de Marrakesh que no tiene el más mínimo aliciente. Rellené el depósito del liquido de freno trasero, paré a comer junto a unos campos de trigo y miré el paisaje, pero ya estaba echando de menos los grandes cañones, los profundos palmerales y las dunas del desierto.


Tomé la decisión de irme a Marrakesh y quedarme a dormir. Mis planes iniciales eran dejar de lado las grandes ciudades, quería espacios abiertos, carreteras bonitas y paisajes infinitos, pero iba muy tarde según lo planificado (como todos los días), tenía que pasar a escasos 10 km de Marrakesh para enlazar dos carreteras nacionales y pasar la tarde-noche en Marrakesh ahora me apetecía de repente. Bendita sea la capacidad de improvisación del viajero solitario.

Después de una carretera infernal soportando temperaturas altas, camiones, tráfico intenso y un aburrimiento atroz debido a lo insulso de esa parte de la ruta, llegué finalmente a Marrakesh. El tráfico era como el de cualquier pueblo pero multiplicado por mil. Mi freno trasero se podía decir que había dejado de existir, usaba solo el delantero, lo cual, en carretera abierta no significaba un problema pero callejeando por las grandes avenidas que rodean el centro de la ciudad estaba empezando a ser ser preocupante, la sobrecarga a la que lo sometía no lo podía hacer durar mucho, así que paré, analicé la situación y pensé un poco mientras dejaba que se enfriase el disco delantero, pues los quejidos de ballena pariendo en cada semáforo delataban que no lo estaba tratando nada bien.

Revisando la documentación que llevaba conmigo (esa que hay que tener en la maleta para no ser usada nunca, embajadas, consulados, concesionarios BMW, etc...) me di cuenta que estaba a menos de 250 km. de Casablanca, donde según mis datos había uno de los cuatro concesionarios oficiales BMW del país y el único con taller especializado en motos BMW. Además era casi todo autopista de peaje, lo cual era un descanso para ambos frenos. Así que sin pensarlo dos veces abandoné Marrakesh y puse rumbo a Casablanca.

Los km caían rápidamente, el paisaje era realmente precioso, ondulado y totalmente cubierto por campos de trigo y algunas granjas. Como una versión africana de las llanuras de Francia. Es una autopista moderna, no se diferencia en nada de una europea, salvo por que a menudo los rebaños de ovejas pastaban entre el guardarrail de la autopista y la valla que en teoría les prohíbe el acceso. De vez en cuando alguna vaca me sorprendía rascándose tranquilamente el cuello en el guardarrail a escasos metro y medio de mi carril.

Realmente el día no dió mucho más de sí, llegué a Casablanca muy rápido, encontré un hotel dentro de la ciudad en zona indefinida, bastante moderna y europea, me instalé, me tomé un par de cervezas por primera vez en todo el viaje y me dediqué a descansar y leer, para desesperación del recepcionista del hotel que me iba dando el parte del Barça-Madrid sin entender como era de Barcelona y no me interesaba para nada. Me fui a dormir pensando que mañana ya me ocuparía de buscar el concesionario BMW a primera hora, con menos tráfico en las calles. Todo tiene solución, para qué preocuparse?

Kilometraje etapa 6: 455km.

13 de julio de 2011

Marruecos en solitario - 5

Día 5. Meteoritos.


Amanece el 26 de abril, otra vez después de oir el chumba chumba característico del desierto durante toda la noche. Hoy hay que empezar la ruta temprano pues me toca una etapa larga y ya se sabe que en Marruecos los km se hacen lentamente, pero no puedo resisitrme a otra pequeña sesión fotográfica de las grandes dunas con las primeras luces del sol.


Para este quinto día de ruta tenia prevista la visita a las Gorges del Todra y del Dades, y como final de etapa, Aït Benhaddou, así que me despedí del hotel y volví sobre mis pasos de ayer por la pista que lleva directa a la nacional, para bajar hasta Merzouga y ver por ultima vez el gran erg de cerca antes de emprender la ruta hacia las gargantas vía Erfoud, Tinejdad y hasta Tinghir.


Los km parece que no pasan en esta parte de la ruta, camiones, autobuses, una carretera lenta y pesada. He visto de todo en este tramo, los muchos Dacia alquilados por europeos que deciden recorrer el país en este moderno pero precario modo de transporte, he visto cazas haciendo maniobras sobrevolando el desierto y las montañas a velocidades inhumanas y a escasa altura, he visto los curiosos sistemas de pozos que salpican el desierto y que hacen correr las aguas subterráneas hasta los cultivos cerca de los cauces de grandes rios, y he visto a buscadores de meteoritos.

Como siempre, disfrutar de un momento de tranquilidad e introspección comiendo unas galletas al lado de la carretera mientras uno revisa la presión de los neumáticos con el compresor es totalmente imposible. En menos de 2 minutos ha aparecido un personaje en su mobilette, se ha presentado y hemos hablado un buen rato, un tipo muy simpático y tan surrealista como la mayoría. Yussef asegura que recorre todo el desierto con su mobilette buscando meteoritos, me enseña una minúscula piedrecita negra que saca cuidadosamente envuelta en un pañuelo y, para reforzar tan curiosa historia, se saca del bolsillo una pequeña lupa de joyero y se pone a observar con detalle su pequeño tesoro con aires de investigador.


Sigo mi ruta después de declinar amablemente la invitación a su jaima, donde seguro te invitan a un té mientras te enseñan todo el muestrario de meteoritos y otras cosas. La verdad es que hoy tengo muchos km por delante y no me puedo entretener.

Paisajes impresionantes se suceden en mi ruta entre el Atlas y el Djebel Sahro, hasta llegar al enorme palmeral que se extiende a los pies Tinghir en el valle del Todra.



Las gargantas del Todra son espectaculares, una ruta bonita de montaña por la que voy subiendo sin prisas adentrándome un poquito en el interior del Atlas. Parece que cuando baja la riada por aquí es difícil encontrar un refugio, he visto en las fotos de otros viajeros como esta carretera puede llegar a desaparecer angullida por el agua. Decido subir hasta Tamtetoucht y volver sobre mis pasos a comer algo un pequeño restaurante que tenia muy buena pinta que he visto a la subida.


Tamtetoucht está construido casi enteramente en barro, yo venía a admirar las "fortalezas de barro" del sur, pero la verdad es que lo que sale en las guías es más bien difícil de localizar y en muchos casos está en un estado de casi ruina. Por cierto, en mi colección de personajes (algunos más surrealistas que otros) hay que sumar a un chaval joven que había estudiado económicas en Karlsruhe y otro que se apuntó a la conversación que empezó hablando de las maravillas de su país y terminó con un rocambolesco discurso sobre el diablo y la salvación de las almas (?!?).


Hassan, el dueño del restaurante se afanó en demostrar que su restaurante era de calidad, de cocina tradicional, con exquisitos platos cocinados en familia y a precio europeo. Resultó ser un señor muy simpático que hablaba perfectamente el español y que rompió todos los protocolos del mundo árabe (los bereberes son así) sentándose a mi mesa mientras comía y hablando de política, de economía, del trabajo, del futuro de los jóvenes y hasta de la familia. Me quedó un grato recuerdo del Tajín de pollo y de la amable conversación, así que lo recomendaré al pie de este artículo.


Ha llegado el momento de seguir la ruta hacia Boumalne du Dades entre paisajes infinitos salpicados de camellos.


Las Gorges del Dades son conocidas por sus espléndidas Kasbahs y sus bonitos cultivos, pero también es una típica carretera de moteros, pero esta parte de la ruta se me está haciendo eterna, debe ser el sitio más turístico junto a Aït Benhaddou a juzgar por los autobuses de turistas, y claro está, por los niños que vienen a pedir como enjambres de abejas nada más te paras para hacer unas fotos.





En Marruecos todo el mundo pide, o presta la ayuda que puede a cambio de algo, pero son gente sumamente amable que nunca se molesta si declinas la oferta. Al menos los adultos. En cambio los niños son una raza agresiva, educados en la costumbre que insistiendo hasta la saciedad se pueden pasar todo el día de turista en turista consiguiendo dirhams y caramelos. Cuando, a la primera petición de "dirham" y "bombon" ven que no estas dispuesto a dar nada a cambio de nada entran en un bucle infinito repitiendo sin parar "dirham, bombon, dirham, bombon, dirham..." hasta que para un coche o un nuevo autobús repleto de dirhams y bombons.


Hoy me he cansado mucho en esta parte de la ruta, si se quieren ver algunas Kasbahs por el camino e ir parando hay que hacer menos km. Mi idea de visitar el Valle de las Rosas tiene que esperar a otro viaje, ni siquiera voy a llegar hasta Aït Benhaddou hoy porque no vale la pena ir con prisas, así que me quedo en un hotelito a la salida del mismo Kelaat M'Gouna en un espléndido jardín de rosas al lado del río. La ducha tarda casi 10 minutos en sacar agua caliente y cuando lo hace, el agua está rebosando del plato de ducha que no traga lo suficiente, inundando medio baño, pero un buen té y la atención de una familia con aires europeos es suficiente para terminar el día con buen sabor de boca.


Restaurante recomendado: "La petite Gorge", Tinghir, 2km antes de las Gorges del Todra. La petite Gorge

Kilometraje etapa 5: 475km.

10 de julio de 2011

Marruecos en solitario - 4

Día 4. La boutique.

25 de abril. Amanece. Después de toda la noche oyendo de fondo el chumba-chumba del desierto estaba deseando ya que fuera la hora. Tenía previsto subir a la duna más alta para ver salir el sol. No parece que nadie se haya movido de sitio, así que salgo del hotel en solitario y emprendo el camino por la arena en dirección a la pirámide que forma la enorme duna.


No sin esfuerzo voy escalando dando un rodeo por la parte más fácil, pero aun así el ascenso es duro, con zonas donde se llega a poner a 45º de inclinación y cada paso adelante es más de medio hacia atrás. De hecho el camino más directo sería por una cresta muy marcada que parece que tiene pendientes a menos de 45º por ambos lados, pero ya se ve desde abajo que más que difícil puede resultar imposible, estas moles miden 120 metros de altura. De hecho el sol salió cuando estaba en el ultimo tercio del camino a la cima, pero eso me permitió verlo bien, pues desde la cima de la gran duna el horizonte queda tapado por la otra gran duna.


Por el camino me doy cuenta del peregrinaje de gente que sube a la otra gran duna desde el campamento techno, no entiendo como se pueden pasar día y noche de juerga y encima realizar semejante esfuerzo para subir hasta arriba. Suerte que en "mi duna" solo hay un personaje solitario que ha subido detrás mío mientras hacía fotos de la salida del sol y se ha instalado apartado a reflexionar, o a dormir.


Las nubes han entorpecido el amanecer durante un rato, pero el espectáculo es inmenso mires hacia donde mires y me dedico a dar un largo paseo por las zonas altas de las grandes dunas.


Hoy tenía decidido dedicar el día a andar por aquí, quizás dar la vuelta al erg en moto o acercarme a Merzouga, pero dado que he hecho cerca de 2.000 km para llegar hasta aquí soportando todo tipo de inclemencias meteorológicas, mejor me tomo el día de descanso en plan contemplativo, no todos los días estás a los pies del Erg Chebbi.


Me había hecho otra idea del Hotel viéndolo en la web, en realidad parece más un campamento hippie que una kasbah, pero no está mal, más tarde ya tendré tiempo de darme cuenta que es el mejor hotel que he pisado en Marruecos, por lo menos la ducha funciona, así que ando por la arena sin prisa, hago fotos, descanso y reviso la moto. Por la tarde me entra una duda que me asalta de improviso mientras hago una revisión general de la moto, su estado es lamentable después de tanta lluvia, barro, piedras y arena y le conviene un repaso. Mientras engraso la cadena y miro el nivel de aceite empiezo a hacer cálculos y se me ocurre que quizás fui optimista no llenando el depósito en Rissani o Erfoud, donde había por lo menos 4 o 5 gasolineras.


"Has olvidado otra de las grandes reglas del motero en Marruecos: Siempre que puedas, llena el depósito". Y es la segunda vez.

Así que entre tanta contemplación decido informarme de la forma más fácil de conseguir gasolina. Parece que se puede comprar por allí cerca, sinó hay que ir a Rissani. 14 km de pista hasta la nacional y luego 20 km de carretera hasta Rissani. Bueno... lo tenía calculado, en teoría tengo de sobras para llegar al día siguiente a Rissani cuando me vaya, pero me preocupa el consumo que hiciera ayer por esas pistas cargado con equipaje y no las tengo todas conmigo. Así que he decidido dedicarme a buscar gasolina cuando ya no apriete tanto el sol.

Resulta que es muy probable que tengan ahí mismo a menos de 2 km: en la boutique.

La boutique? -me pregunto mirando con cara de tonto al camarero intentando averiguar que se me ha pasado por alto del inmenso pedregal con dunas que nos rodea.

El hombre me indica desde la puerta del hotel señalandome en varias direcciones, no tenemos una, sinó dos boutiques cerca del hotel. Me las indica las dos desde el mismo aparcamiento. Realmente se te pasa por alto que en esa inmensidad está plagado de pequeñas chabolas a parte de otras grandes kasbahs, muchas de ellas,como mi hotel, construcciones totalmente modernas al estilo clásico. De hecho, claro que está plagado de casas, de dónde sinó iban a salir todos los mohameds que te persiguen por el desierto en sus mobilettes?

Así que una vez el sol ha bajado un poco me deshago de todo el contenido de mis maletas para ir cómodo otra vez por las pistas y gastar menos (con los baches y la vibración tengo una de las fijaciones como fosilizada totalmente unida al soporte y lo unico que puedo hacer ahora es vaciarlas). Me encamino con curiosidad hacia la primera boutique, en dirección este. Se trata de la típica tienda donde venden "de todo", hasta bombonas de butano y se supone que gasolina, pero no tienen. Muy amablemente el tipo me indica donde está la otra boutique desde allí. Parece mentira pero hasta que no estas en el desierto no te das cuenta hasta que punto es difícil orientarse.

Llego a la segunda boutique, al oeste del hotel, donde me reciben cuatro jóvenes con gafas de sol fashion. Les pregunto y también se les ha terminado. Me indican que no hay más remedio que ir a Rissani, porque puede que haya otro individuo que tenga gasofa en Merzouga, pero si ese no tiene ya no llego a Rissani pues está en dirección contraria. Enseguida despliegan todo su arte comercial sacando sus fósiles de las mochilas, "mira los fósiles y yo te consigo gasolina", me lo suelta así de literal uno de los chavales. A éstos me los despacho con educación pero ya de mala gana. "Primero la gasolina", les digo, y me marcho.

Así que emprendo camino hacia Rissani, por la pista más corta que lleva directa a la carretera nacional seguro de que llegaré, pero con esa pequeña angustia que siempre te queda. Conduzco en plan ahorrador, pero ahora, sin peso en las maletas estoy empezando a disfrutar por estas pistas, aun con neumáticos mixtos.

Dos o tres km antes de llegar a la nacional veo a uno empujando una Ktm LC4 paralelo a la pista principal, me salgo de la pista y me acerco a preguntarle si necesita algo. Es alemán, el motor de su Ktm está kaputt. Le explico en francés que voy a llenar el depósito a Rissani y que si quiere le puedo conseguir ayuda, o quizás pasar a recogerle a la vuelta. Habla 4 palabras de francés y nada de español, yo entiendo 4 palabras de su alemán y lo poco que habla de francés. Pero el insiste en que no necesita gasolina (no acaba de entenderme), que su motor está kaputt y que seguirá empujando la moto bajo ese sol de justicia hasta llegar a la nacional. Insisto, pero rechaza mi ayuda una vez más y sigue empujando. Pues nada, miro el gps y le indico que le quedan como 3 km, yo voy a lo mío y después ya veré a la vuelta si le puedo echar una mano.

Sigo el camino con ganas de llegar a la nacional. Solo a unos 400 metros del cruce veo un coche parado un poco en medio, pero como las pistas son múltiples no molesta y sigo mi camino sin pensar en ello, y no es hasta el momento de adelantarlo a bastante velocidad por una pista paralela que me doy cuenta que había alguien dentro cuando sale de repente del coche con grandes ademanes como recriminándome que no me haya parado a interesarme por su situación. Quizás tiene una avería y espera ayuda. Eso en Marruecos está muy mal visto y como en lo único que pienso en ese momento es en mi gasolina acelero hacia la nacional sin pensar en las consecuencias de quedar mal con esta gente.

Poner gasolina en Rissani es otra odisea. Ahora sé que iba sobrado de gasolina y no tenía por qué preocuparme. Después de 14 km de pista y 20 de nacional, en Rissani me encuentro con las dos gasolineras totalmente secas. Así que toca hacer 20 km más hasta Erfoud, y ni siquiera se me llega a encender la luz de reserva. Con los dos litro extras iba sobrado, pero bueno, al fin y al cabo he explorado la pista que iba a hacer mañana y he disfrutado un poco más sin el peso del equipaje.

Vuelvo por el mismo camino con la curiosidad de saber como habrá llegado el alemán a la nacional y con la ligera angustia de reencontrarme con el personaje al que podía haber ayudado y dejé ahí tirado en medio de la pista. Bien podían haberse puesto de acuerdo en una especie de cruzada contra mí por no ayudarles aunque con el alemán lo intenté de verdad. Llego al cruce de la pista principal y sorpresa... no hay ni dios, ni el alemán del motor kaputt ni el del coche averiado. Y hará unos 40 minutos que les dejé a los dos atrás. Misterios del desierto.

Por el camino, sorteando un tramo de arena que casi me tira al suelo varias veces en pocos metros veo acercarse un todoterreno que viene de otra pista girando en redondo para llegar hasta donde estoy yo. Tampoco me extraña, está el desierto plagado de todoterrenos y motos corriendo en todas direcciones. Pero cuando se me acerca y me empieza a hablar desde la ventanilla reconozco rápidamente el acento de un catalán hablándole a un descnocido. Hombre, un paisano! El hombre venía a advertirme que ese no es el camino de Merzouga. Hombre, tan perdido no estoy, voy al Hotel Yasmina y ya vengo de allí! Es un buen hombre, me indica que tiene un albergue en la zona, me alegro de conocer a alguien del país tan lejos de casa, y me apunto el nombre del hotel para la próxima.

Hoy ya no me queda nada más que hacer que darme una duchita y salir a admirar la ultima puesta de sol en el Erg Chebbi.



Kilometraje etapa 4: 120km.

1 de junio de 2011

Marruecos en solitario - 3

Día 3. "El desierto".


24 de abril. Empieza mi segundo día en Marruecos. He madrugado mucho y los del desierto todavía duermen. Quería aprovechar bien la mañana pero no me puedo resistir a la leche caliente y algo dulce para desayunar que me ofrece el dueño del hotel junto a una larga conversación en la que es difícil seguir el hilo. Pese a que por aquí, en general, hablan una mezcla de francés y árabe -si no bereber- no es difícil mantener una conversación sobre los temas más variopintos y acaba siendo divertido. El hombre me cuenta muchas cosas, hablamos de la ruta que voy a hacer, me indica los sitios que merecen la pena, se interesa por detalles de la moto, pregunta cosas inauditas sobre los neumáticos y su duración, las cámaras y las llantas. Deduzco que ve a muchos dakarianos de paso. Realmente esta gente se de tal forma al visitante que hace difícil seguir con las prisas y los horarios que trae uno de Europa.

Salgo sin siquiera llenar el depósito muy seguro de mis cálculos de autonomía, ayer ya ví durante el trayecto que a lo largo de la carretera encuentras una gran cantidad de pequeños monolitos formados por botellas de plástico, bidones, neumáticos, etc. Tardé un poco en deducir que son los anuncios de vendedores ilegales de gasolina, a los que hay que ir a buscar vete a saber donde, supongo, porque la mayoría no estaban en su puesto. Aunque hay que estar muy apurado para llenar el depósito de una garrafa que a saber qué contiene. Las gasolineras no abundan en estas nacionales más remotas y hay que calcular bien, así que doy gracias a mi pequeño bidón de 2 litros que tendré la precaución de llevar siempre lleno.

Pasados unos pocos km después de salir de Missour me encuentro con la sorpresa que me explicaron los amigos españoles: la carretera está totalmente rota por los laterales y es como un único carril lleno de grietas, del cual te tienes que tirar a un arcén inexistente cada vez que te cruzas con un coche, autobús o camión. Los taxistas son los peores, los ves venir a toda pastilla a lo lejos con sus mercedes de toda la vida y más te vale echarte a un lado fuera de la carretera. Los camioneros pasan con prudencia a tu altura y te dan las gracias si te has parado a dejarles pasar. No quiero ni saber lo que podía haber sido ese trayecto de más de 80km, de noche y lloviendo.


Aun con gasolina de sobra siempre vas con ese puntito de ansiedad del "y si...". Entre lanzamiento y lanzamiento al arcén cada vez que me cruzo con un vehículo, conduzco ahorrando combustible, está tardando en aparecer la dichosa gasolinera, pero al final veo una a unos 40km del destino, así que me relajo y me dispongo a llenar para ir más tranquilo. Pero no tienen gasolina sin plomo. De hecho parece una gasolinera post-apocalíptica, lo raro es que tengan algo. Ésta será otra gran constante en muchos sitios, y algunos mucho más concurridos. Así que relleno mi depósito con el bidón los 2 litros extras que llevo sin haber visto todavía la luz de la reserva y sigo resignado sabiendo que aunque se llegue a encender ya me quedan algo menos de 50km hasta Midelt, lo que debería ser el paraíso en comparación con lo que he visto hasta ahora, pues ya está en plena ruta turística hacia el sur.



Pero Midelt no es para nada el paraíso. Navegando entre un mar de barro y piedras por la avenida principal (está en obras o es que todo Marruecos es así?) me veo incapaz de localizar el hotel en el que me debía haber alojado anoche, así que paso de hacer enduro y me voy a una fantástica Kasbah a la salida por el sur a cambiar moneda y tomar un té. Un hotel así ya me gustaría pillarlo por el camino. Lleno los depósitos (aquí sí!) y contemplo el Circo de Jaffar desde lejos. Hay mucha nieve y está muy cubierto. Primer destino olvidado del viaje. Debería haber subido hasta donde me dejara la nieve a primera hora del día pero venía por la carretera de la muerte y he perdido un montón de tiempo. Otra vez será.


A partir de aquí empieza a mejorar cada vez más el tiempo en mi periplo hacia "el desierto". Ahora sí que la ruta es una sucesión cambiante de escenarios magníficos, primero un paisaje más parecido a la estepa, después más montañoso, para pasar luego por increíbles cañones, palmerales inmensos encajados en grandes cañones y terminar en las puertas del desierto propiamente más allá de Erfoud.




Fue una sorpresa el aspecto más moderno y cuidado de Erfoud y Rissani en comparación con lo que había visto hasta ese momento, auténtica puerta turística del desierto, donde las gasolineras abundan y todo está asfaltado y señalizado correctísimamente. De hecho, tan turística es esta parte del país, que en el trayecto de bajada hasta aquí (cerca de 750km) me habré cruzado con no menos de 15 caravanas de todoterrenos que suben como poseídos hacia el norte concluyendo sus aventuras dakarianas de semana santa. La verdad es que incluso da algo de vergüenza ajena su comportamiento en la carretera y la sensación que da ver todos estos europeos que van a invadir el desierto con sus caravanas de todoterrenos y a hacer lo que no se puede hacer en Europa, entre otras cosas porque si tuviéramos un Erg Chebbi estaría totalmente protegido y seria intocable. Pero es turismo y turismo es dinero, y es la principal fuente de ingresos del país.

Pues ya en Erfoud decido sobre la marcha hacer la ruta por las pistas del desierto en vez de seguir por la nacional. Valiente que es uno! (ja ja). Son cerca de 40km, parte carretera y parte de pistas. De hecho reservé alojamiento en una kasbah al norte del erg, prefería estar al pie de las dunas nada más salir de la la habitación, así que tampoco hago nada por la nacional puesto que me tendría que desviar antes de llegar a Merzouga. Las pistas no tienen ninguna dificultad, al menos para los más experimentados en off-road y en arena especialmente, y llevaba todo debidamente planeado, la cartografía en el navegador, las rutas y alternativas previstas, etc, así que tampoco tenia pérdida. Aunque puede que con neumáticos de tacos, menos peso y sin las maletas el trayecto hubiera sido más fácil y divertido.


Ahí está, por fin, el gran Erg Chebbi, es impresionante con sus dunas de hasta 150 metros de altura. Aunque se divisa desde casi 60km de distancia, ahora empieza a verse bien, quizás estoy todavía a cerca de 30km.


La pista principal que lleva a Merzouga está bien marcada con estacas, luego hay otras pistas que llevan a los multiples albergues y kasbahs, y luego multitud de pistas secundarias que se entrecruzan en un laberinto imposible de descifrar, de forma que puedes ir enlazando una con otra según te interese en cada momento mientras sepas a donde vas. A ratos no sabes ya que es mejor, si las partes duras con la tierra bacheada por el paso de innumerables todoterrenos, si las partes menos duras que acaban siendo demasiado blandas, si salirte de la pista a terreno lleno de piedras o... la arena, para la que es mejor tener experiencia e ir ligero de peso para disfrutar en ella (como hubiera deseado ir con tacos y sin equipaje... y tener experiencia en la arena, claro).

Total, que una vez más "sufres" una de las anécdotas conocida por todos en Marruecos: el Mohammed que aparece de la nada en medio del desierto con una Mobilette pilotando como si fuera Marc Coma para guiarte por el mejor camino o indicarte donde está tu hotel (pero si llevo gps!!!). El Mohammed oculto se activa cuando te ve dudar sobre el camino a seguir, vas enlazando una pista con otra en un vano esfuerzo por buscar el camino más fácil o más directo, lo cual nunca coincide, y al final todos te resultan iguales. De repente lo ves corriendo en tu dirección por una pista paralela que en algun momento se cruzará con la tuya y... va mucho más rápido! Te saluda efusivamente, te da la bienvenida y te muestra el mejor camino sorteando trampas de arena como gran conocedor de su terreno que es y te lleva hasta una pequeña loma desde donde se divisa tu hotel a poca distancia.

- Aaah amigo, buena motorra, buena motorra... ahora, tu mira...- El hombre saca la mochila llena de fosiles y empieza a ponerlos en exposición sobre el suelo.

- Como tu en invierno no vienes tengo que alimentar familia, mi busca fosiles por todo el desierto.- Sentencia el personaje.

Claro, aquí todos los favores se pagan, aunque no los hayas pedido, así que aprovecha para venderte unos fósiles a precio de oro que ni regateando bajan del 1000% de su precio real. Pero bueno, a eso hemos venido, no? A conocer el país y sus gentes, y otra vez me "dejo timar" conscientemente.

Como te vas a negar, acabas comprándole algo. De eso viven. En el momento que les pagas salen zumbando en busca de otra víctima del "desierto" y te dejan más solo que la una, tal como te encontrabas cuando aparecieron.

Así pues, llego al Hotel Yasmina a media tarde, me dan la habitación, me ducho, me cambio y voy a ver el espectáculo que tengo ante mí y que tanto había imaginado. No hay palabras para describirlo.



Impresiona estar por vez primera en el desierto y ver esas tormentas en pleno erg. Como me iba a imaginar que mi primer día en el Sáhara vería llover como siempre que salgo de viaje en moto. De repente, en cuestión de un minuto, los camelleros desaparecieron con los camellos en dirección desconocida. Fue raro pero no le dí importancia, pero el resto de turistas y yo comprendimos enseguida. Ni treinta segundos más tarde estábamos envueltos en una tormenta de arena impresionante. Corrimos hacia el interior del restaurante a refugiarnos y pasé el rato hablando con una pareja de Navarra mientras esperábamos que la situación se normalizara. Duró solo unos 45 minutos, por lo visto pueden llegar a durar toda una semana, no sé que me podía haber pasado si me pilla eso en medio del desierto. Hace tan solo una hora estaba yo de camino por esas pistas de dios. En cuestión de segundos no se ve nada a 10 metros.


Pero la recompensa valió la pena, el espectáculo de luz después de la tormenta fue indescriptible.





La otra sorpresa del día: el "sonido" del desierto. Un festival de música electrónica en pleno desierto a un km de distancia. Fantástico, chumba-chumba día y noche, 24 horas sin parar distribuido en dos campamentos, el principal y otro "avanzado" al pie de las dunas.


Y así terminaba este largo día, lleno de buenas experiencias y disfrutando de las ultimas luces en el desierto.


Kilometraje etapa 3: 380km.