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CURRAHEE!!!


16 de septiembre de 2011

Marruecos en solitario - 6

Día 6. Valiente solitario.

Despierta el 27 de abril con menos prisas, hoy no tengo que subir ninguna duna. La verdad es que hoy empieza la parte menos decidida de la ruta, pasaré por Marrakesh? Haré noche de camino a la subida por la cara norte del Atlas? No sé, hoy improvisaré un poco según lo que cueste hacer los km que tengo por delante.


El desayuno ha sido un poco agridulce, nunca mejor dicho, estaba todo bastante rico pero el café con leche agria recalentada no me lo he tomado para que no me siente mal, como decía Hassan, el dueño del restaurante del Dades, el problema de los turistas que enferman en Marruecos no suele ser el agua sinó el mal estado de muchas comidas recalentadas de algunos hoteles (aunque le dí la razón en esa teoría estoy seguro que el agua ayuda bastante, motivo por el cual he tenido muchisimo cuidado).


Así salí pitando del valle de las rosas hacia Ouarzazate, disfrutando del paisaje y las kasbahs que salpican todo el valle con las primeras luces de la mañana.


Ouarzazate me pareció una ciudad ordenadísima, limpia, moderna, no en vano es la ciudad más importante al sur del Atlas, y guarda en su interior la enorme kasbah de Taourirt, que es una auténtica maravilla, queda apuntado como campo base para otras expediciones pues está bien situado para ver muchas cosas de la región. Encontré sin problema varios bancos de donde sacar dinero en efectivo, en el centro, cerca de la plaza donde se estaba empezando a montar un mercado, y proseguí mi viaje con la idea que es un buen sitio que hay que conocer mejor.


Ahora sí, el primer destino de la etapa, visitar Aït Benhaddou y quizás me acerque a ver la bonita kasbah de Telouet de camino al Tizi n'Ticka, pero después ya veremos. Saliendo de Ouarzazate me adelantaron dos moteros en BMW's con matrículas españolas, irían a Aït Benhaddou, pero parece que no tenían claro a donde iban y cambiaron de dirección varias veces sin parar en ningún momento a saludar pese a ir casi juntos, así que seguí mi ruta sin prestarles más atención.


Aït Benhaddou es un enorme ksar realmente espectacular. Pese a haber sido reconstruido varias veces debido sobretodo al dinero que genera la industria del cine, algunas con más bien poca fortuna, se conserva en un estado bastante auténtico. Tampoco hay que olvidar que estas construcciones de barro están realmente vivas, pues si no se reconstruyen a menudo se desmoronarían inmediatamente, y es inevitable que al final no quede nada original. Aït Benhaddou es una ciudad fortificada que data (en su estado actual más o menos) del S.XVII o XVIII, y en sus tiempos controlaba el paso desde el sur del Atlas hacia Marrakesh en la única ruta practicable para las caravanas, donde se debía ejercer una fuerte vigilancia a la vez que se cobraban los tributos de paso pertinentes. Es patrimonio de la humanidad desde 1987.


Las visitas están bien organizadas, con un parking bien acondicionado y una camino bien señalizado por el interior. A ellos parece que solo les interesa que veas la plaza de tierra en el exterior donde se grabaron escenas de la película Gladiator, pero para mi lo más bonito es ese contraste entre las construcciones de barro y los palmerales y los cultivos en el margen del río. No faltan los reclamos turísticos típicos, "visite la única y auténtica casa bereber", los niños agresivos como siempre y su "foto-pay" (me das 2 dirhams y te dejo que me hagas una foto, que simpáticos), las tiendas de fósiles llenas de nummulites a 2 euros (de yeso muchos de ellos), artesanía, etc... Era precisamente día de uno de los grandes partidos del año, Barça-Madrid, y como avispados son un rato los marroquíes, me recibían enseguida a las puertas de las tiendas con un "força Barça" y grandes agasajos y se despedían chillándome de lejos amigablemente "hala Madrid" cuando ya daban la venta por perdida. Lo que sí compré, y muy a gusto por el excelente trato del vendedor, fueron algunos colgantes de artesanía bereber auténtica, de plata trabajadas a mano, si se pide algo especial, estos amables mercaderes saben que piezas mostrar, las cuales acaban saliendo de un cofrecillo medio escondido entre montones de cosas en el fondo de la tienda.



De vuelta al parking para seguir la ruta, coincido con un grupo de moteros que me he estado encontrando casi en todas partes en mi ruta por las gargantas, unos 10 portugueses en BMW's de varios modelos, equipados como para salir a almorzar a 100 km de casa y con furgoneta oficial de asistencia mecánica de BMW con dos mecánicos a bordo, transporte de equipaje incluido, obviamente. Es un estilo de viaje cómodo y seguro, que imagino que permite disfrutar de la ruta sin pensar en gran cosa más, pero que no comparto pues se pierde toda la esencia del viaje, la planificación diaria, los inconvenientes de la propia ruta, abastecimiento de gasolina, comida, posibles incidencias, etc, es decir, todo lo que convierte el viaje en una pequeña aventura que te permite conocerte algo más a ti mismo y a tu máquina. Además, los grupos en que todo queda solucionado dentro del propio grupo se convierten en sistemas cerrados que no permiten o limitan al máximo la interacción con la gente del país, lo que, al final, aunque tu viaje no sea eminentemente antropológico, te deja con poco conocimiento de como es el país y su gente.

Total que tras intercambiar algunos saludos con los moteros que ya estaban a punto para proseguir su ruta raudos y veloces (nada que ver con los preparativos que cada vez tenía que hacer yo cuando volvía a mi moto y tenía que volver a reorganizar el equipaje y dejar todo el equipo listo para otra tanda de km), se me acerca uno del grupo con una F monocilíndrica como la mía, pero reluciente como si acabara de salir del concesionario. Y medio en portugués medio en español nos entendimos, la edad y kilometraje de mi moto reafirmaba su idea de que era una moto durísima, le costaba creer que mi F pasara de los 100.000 km y que estuviera haciendo una ruta por Marruecos en solitario.

- En solitario? En serio? Que valiente!!!- me decía el portugués medio en portugués, medio en inglés y español.

Claro, ahí es donde empiezas a plantearte que quizás tienen razón los que creen que ir de ruta en moto en solitario por Marruecos es una locura y no un simple paseo como afirman otros. Pero, pese a ser consciente de los peligros que corremos los moteros que viajamos solos no me sentía para nada un aventurero en tierras aún por descubrir.

En medio de esa conversación se había acercado uno de los mecánicos, dio un vistazo a la moto por todos sus ángulos para ver su estado general a simple vista y me preguntó si necesitaba algo, y ya que estaban allí con su furgoneta taller valía la pena aprovechar el momento y le comenté algo que no me preocupaba de momento pero que había estado notando toda la mañana: el freno trasero tenía el nivel de líquido bastante bajo y había perdido algo de presión.

Ni corto ni perezoso se agachó para analizar la cuestión por los bajos de la moto, sentenció que no tenía pérdidas y que bastaría con que rellenase el nivel de líquido en cualquier momento que me fuera bien y me dio un botecito de liquido de frenos, lo cual agradecí mucho, pues demostró que el espíritu motero sigue vivo allá donde vayas aunque te encuentres con moteros acomodados que viajan con la seguridad de la asistencia mecánica de su marca. Intercambiamos datos de la ruta que íbamos a seguir las próximas etapas para que yo pudiera contar con su ayuda si la necesitaba y nos despedimos. Como ellos iban a Marrakesh y después se desviaban hacia el sur y la costa todavía coincidiría con ellos en un buen trecho de la ruta de ese día.

Así fue como emprendí la marcha hacia Telouet, dando una buena vuelta alternativa a la ruta principal hacia el Tizi n'Ticka y Marrakesh. Pero me dí cuenta enseguida que seria una pesadilla que me retrasaría muchísimo. La presión de mi freno trasero perdía fuelle progresivamente y la carretera que lleva a Telouet se había convertido en una pista totalmente cubierta de gravilla suelta a causa de unas obras que cualquier sabe cuantos km podían prolongarse. Primera decisión drástica del día: freno trasero KO y gravilla no son una buena combinación, así que si se alargaba esa situación podía retrasarme muchísimo.

Me di la vuelta y volví a la carretera nacional, no tardé en contactar con el grupo de portugueses, se habrían entretenido en algun sitio, y con más cuidado que nunca y aprovechando el freno motor me hice toda el puerto del Tizi n'Ticka sin apenas tocar el freno trasero, tenía a tiro al grupo de portugueses pero no ví la necesidad de contactar con su mecánico, así que fui tirando a mi ritmo.


El Tizi n'Ticka llegó a aburrirme de verdad, pese a que tiene rincones preciosos no deja de ser un gran puerto de montaña larguísimo para después acabar en una nacional en el llano camino de Marrakesh que no tiene el más mínimo aliciente. Rellené el depósito del liquido de freno trasero, paré a comer junto a unos campos de trigo y miré el paisaje, pero ya estaba echando de menos los grandes cañones, los profundos palmerales y las dunas del desierto.


Tomé la decisión de irme a Marrakesh y quedarme a dormir. Mis planes iniciales eran dejar de lado las grandes ciudades, quería espacios abiertos, carreteras bonitas y paisajes infinitos, pero iba muy tarde según lo planificado (como todos los días), tenía que pasar a escasos 10 km de Marrakesh para enlazar dos carreteras nacionales y pasar la tarde-noche en Marrakesh ahora me apetecía de repente. Bendita sea la capacidad de improvisación del viajero solitario.

Después de una carretera infernal soportando temperaturas altas, camiones, tráfico intenso y un aburrimiento atroz debido a lo insulso de esa parte de la ruta, llegué finalmente a Marrakesh. El tráfico era como el de cualquier pueblo pero multiplicado por mil. Mi freno trasero se podía decir que había dejado de existir, usaba solo el delantero, lo cual, en carretera abierta no significaba un problema pero callejeando por las grandes avenidas que rodean el centro de la ciudad estaba empezando a ser ser preocupante, la sobrecarga a la que lo sometía no lo podía hacer durar mucho, así que paré, analicé la situación y pensé un poco mientras dejaba que se enfriase el disco delantero, pues los quejidos de ballena pariendo en cada semáforo delataban que no lo estaba tratando nada bien.

Revisando la documentación que llevaba conmigo (esa que hay que tener en la maleta para no ser usada nunca, embajadas, consulados, concesionarios BMW, etc...) me di cuenta que estaba a menos de 250 km. de Casablanca, donde según mis datos había uno de los cuatro concesionarios oficiales BMW del país y el único con taller especializado en motos BMW. Además era casi todo autopista de peaje, lo cual era un descanso para ambos frenos. Así que sin pensarlo dos veces abandoné Marrakesh y puse rumbo a Casablanca.

Los km caían rápidamente, el paisaje era realmente precioso, ondulado y totalmente cubierto por campos de trigo y algunas granjas. Como una versión africana de las llanuras de Francia. Es una autopista moderna, no se diferencia en nada de una europea, salvo por que a menudo los rebaños de ovejas pastaban entre el guardarrail de la autopista y la valla que en teoría les prohíbe el acceso. De vez en cuando alguna vaca me sorprendía rascándose tranquilamente el cuello en el guardarrail a escasos metro y medio de mi carril.

Realmente el día no dió mucho más de sí, llegué a Casablanca muy rápido, encontré un hotel dentro de la ciudad en zona indefinida, bastante moderna y europea, me instalé, me tomé un par de cervezas por primera vez en todo el viaje y me dediqué a descansar y leer, para desesperación del recepcionista del hotel que me iba dando el parte del Barça-Madrid sin entender como era de Barcelona y no me interesaba para nada. Me fui a dormir pensando que mañana ya me ocuparía de buscar el concesionario BMW a primera hora, con menos tráfico en las calles. Todo tiene solución, para qué preocuparse?

Kilometraje etapa 6: 455km.

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