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CURRAHEE!!!


13 de julio de 2011

Marruecos en solitario - 5

Día 5. Meteoritos.


Amanece el 26 de abril, otra vez después de oir el chumba chumba característico del desierto durante toda la noche. Hoy hay que empezar la ruta temprano pues me toca una etapa larga y ya se sabe que en Marruecos los km se hacen lentamente, pero no puedo resisitrme a otra pequeña sesión fotográfica de las grandes dunas con las primeras luces del sol.


Para este quinto día de ruta tenia prevista la visita a las Gorges del Todra y del Dades, y como final de etapa, Aït Benhaddou, así que me despedí del hotel y volví sobre mis pasos de ayer por la pista que lleva directa a la nacional, para bajar hasta Merzouga y ver por ultima vez el gran erg de cerca antes de emprender la ruta hacia las gargantas vía Erfoud, Tinejdad y hasta Tinghir.


Los km parece que no pasan en esta parte de la ruta, camiones, autobuses, una carretera lenta y pesada. He visto de todo en este tramo, los muchos Dacia alquilados por europeos que deciden recorrer el país en este moderno pero precario modo de transporte, he visto cazas haciendo maniobras sobrevolando el desierto y las montañas a velocidades inhumanas y a escasa altura, he visto los curiosos sistemas de pozos que salpican el desierto y que hacen correr las aguas subterráneas hasta los cultivos cerca de los cauces de grandes rios, y he visto a buscadores de meteoritos.

Como siempre, disfrutar de un momento de tranquilidad e introspección comiendo unas galletas al lado de la carretera mientras uno revisa la presión de los neumáticos con el compresor es totalmente imposible. En menos de 2 minutos ha aparecido un personaje en su mobilette, se ha presentado y hemos hablado un buen rato, un tipo muy simpático y tan surrealista como la mayoría. Yussef asegura que recorre todo el desierto con su mobilette buscando meteoritos, me enseña una minúscula piedrecita negra que saca cuidadosamente envuelta en un pañuelo y, para reforzar tan curiosa historia, se saca del bolsillo una pequeña lupa de joyero y se pone a observar con detalle su pequeño tesoro con aires de investigador.


Sigo mi ruta después de declinar amablemente la invitación a su jaima, donde seguro te invitan a un té mientras te enseñan todo el muestrario de meteoritos y otras cosas. La verdad es que hoy tengo muchos km por delante y no me puedo entretener.

Paisajes impresionantes se suceden en mi ruta entre el Atlas y el Djebel Sahro, hasta llegar al enorme palmeral que se extiende a los pies Tinghir en el valle del Todra.



Las gargantas del Todra son espectaculares, una ruta bonita de montaña por la que voy subiendo sin prisas adentrándome un poquito en el interior del Atlas. Parece que cuando baja la riada por aquí es difícil encontrar un refugio, he visto en las fotos de otros viajeros como esta carretera puede llegar a desaparecer angullida por el agua. Decido subir hasta Tamtetoucht y volver sobre mis pasos a comer algo un pequeño restaurante que tenia muy buena pinta que he visto a la subida.


Tamtetoucht está construido casi enteramente en barro, yo venía a admirar las "fortalezas de barro" del sur, pero la verdad es que lo que sale en las guías es más bien difícil de localizar y en muchos casos está en un estado de casi ruina. Por cierto, en mi colección de personajes (algunos más surrealistas que otros) hay que sumar a un chaval joven que había estudiado económicas en Karlsruhe y otro que se apuntó a la conversación que empezó hablando de las maravillas de su país y terminó con un rocambolesco discurso sobre el diablo y la salvación de las almas (?!?).


Hassan, el dueño del restaurante se afanó en demostrar que su restaurante era de calidad, de cocina tradicional, con exquisitos platos cocinados en familia y a precio europeo. Resultó ser un señor muy simpático que hablaba perfectamente el español y que rompió todos los protocolos del mundo árabe (los bereberes son así) sentándose a mi mesa mientras comía y hablando de política, de economía, del trabajo, del futuro de los jóvenes y hasta de la familia. Me quedó un grato recuerdo del Tajín de pollo y de la amable conversación, así que lo recomendaré al pie de este artículo.


Ha llegado el momento de seguir la ruta hacia Boumalne du Dades entre paisajes infinitos salpicados de camellos.


Las Gorges del Dades son conocidas por sus espléndidas Kasbahs y sus bonitos cultivos, pero también es una típica carretera de moteros, pero esta parte de la ruta se me está haciendo eterna, debe ser el sitio más turístico junto a Aït Benhaddou a juzgar por los autobuses de turistas, y claro está, por los niños que vienen a pedir como enjambres de abejas nada más te paras para hacer unas fotos.





En Marruecos todo el mundo pide, o presta la ayuda que puede a cambio de algo, pero son gente sumamente amable que nunca se molesta si declinas la oferta. Al menos los adultos. En cambio los niños son una raza agresiva, educados en la costumbre que insistiendo hasta la saciedad se pueden pasar todo el día de turista en turista consiguiendo dirhams y caramelos. Cuando, a la primera petición de "dirham" y "bombon" ven que no estas dispuesto a dar nada a cambio de nada entran en un bucle infinito repitiendo sin parar "dirham, bombon, dirham, bombon, dirham..." hasta que para un coche o un nuevo autobús repleto de dirhams y bombons.


Hoy me he cansado mucho en esta parte de la ruta, si se quieren ver algunas Kasbahs por el camino e ir parando hay que hacer menos km. Mi idea de visitar el Valle de las Rosas tiene que esperar a otro viaje, ni siquiera voy a llegar hasta Aït Benhaddou hoy porque no vale la pena ir con prisas, así que me quedo en un hotelito a la salida del mismo Kelaat M'Gouna en un espléndido jardín de rosas al lado del río. La ducha tarda casi 10 minutos en sacar agua caliente y cuando lo hace, el agua está rebosando del plato de ducha que no traga lo suficiente, inundando medio baño, pero un buen té y la atención de una familia con aires europeos es suficiente para terminar el día con buen sabor de boca.


Restaurante recomendado: "La petite Gorge", Tinghir, 2km antes de las Gorges del Todra. La petite Gorge

Kilometraje etapa 5: 475km.

10 de julio de 2011

Marruecos en solitario - 4

Día 4. La boutique.

25 de abril. Amanece. Después de toda la noche oyendo de fondo el chumba-chumba del desierto estaba deseando ya que fuera la hora. Tenía previsto subir a la duna más alta para ver salir el sol. No parece que nadie se haya movido de sitio, así que salgo del hotel en solitario y emprendo el camino por la arena en dirección a la pirámide que forma la enorme duna.


No sin esfuerzo voy escalando dando un rodeo por la parte más fácil, pero aun así el ascenso es duro, con zonas donde se llega a poner a 45º de inclinación y cada paso adelante es más de medio hacia atrás. De hecho el camino más directo sería por una cresta muy marcada que parece que tiene pendientes a menos de 45º por ambos lados, pero ya se ve desde abajo que más que difícil puede resultar imposible, estas moles miden 120 metros de altura. De hecho el sol salió cuando estaba en el ultimo tercio del camino a la cima, pero eso me permitió verlo bien, pues desde la cima de la gran duna el horizonte queda tapado por la otra gran duna.


Por el camino me doy cuenta del peregrinaje de gente que sube a la otra gran duna desde el campamento techno, no entiendo como se pueden pasar día y noche de juerga y encima realizar semejante esfuerzo para subir hasta arriba. Suerte que en "mi duna" solo hay un personaje solitario que ha subido detrás mío mientras hacía fotos de la salida del sol y se ha instalado apartado a reflexionar, o a dormir.


Las nubes han entorpecido el amanecer durante un rato, pero el espectáculo es inmenso mires hacia donde mires y me dedico a dar un largo paseo por las zonas altas de las grandes dunas.


Hoy tenía decidido dedicar el día a andar por aquí, quizás dar la vuelta al erg en moto o acercarme a Merzouga, pero dado que he hecho cerca de 2.000 km para llegar hasta aquí soportando todo tipo de inclemencias meteorológicas, mejor me tomo el día de descanso en plan contemplativo, no todos los días estás a los pies del Erg Chebbi.


Me había hecho otra idea del Hotel viéndolo en la web, en realidad parece más un campamento hippie que una kasbah, pero no está mal, más tarde ya tendré tiempo de darme cuenta que es el mejor hotel que he pisado en Marruecos, por lo menos la ducha funciona, así que ando por la arena sin prisa, hago fotos, descanso y reviso la moto. Por la tarde me entra una duda que me asalta de improviso mientras hago una revisión general de la moto, su estado es lamentable después de tanta lluvia, barro, piedras y arena y le conviene un repaso. Mientras engraso la cadena y miro el nivel de aceite empiezo a hacer cálculos y se me ocurre que quizás fui optimista no llenando el depósito en Rissani o Erfoud, donde había por lo menos 4 o 5 gasolineras.


"Has olvidado otra de las grandes reglas del motero en Marruecos: Siempre que puedas, llena el depósito". Y es la segunda vez.

Así que entre tanta contemplación decido informarme de la forma más fácil de conseguir gasolina. Parece que se puede comprar por allí cerca, sinó hay que ir a Rissani. 14 km de pista hasta la nacional y luego 20 km de carretera hasta Rissani. Bueno... lo tenía calculado, en teoría tengo de sobras para llegar al día siguiente a Rissani cuando me vaya, pero me preocupa el consumo que hiciera ayer por esas pistas cargado con equipaje y no las tengo todas conmigo. Así que he decidido dedicarme a buscar gasolina cuando ya no apriete tanto el sol.

Resulta que es muy probable que tengan ahí mismo a menos de 2 km: en la boutique.

La boutique? -me pregunto mirando con cara de tonto al camarero intentando averiguar que se me ha pasado por alto del inmenso pedregal con dunas que nos rodea.

El hombre me indica desde la puerta del hotel señalandome en varias direcciones, no tenemos una, sinó dos boutiques cerca del hotel. Me las indica las dos desde el mismo aparcamiento. Realmente se te pasa por alto que en esa inmensidad está plagado de pequeñas chabolas a parte de otras grandes kasbahs, muchas de ellas,como mi hotel, construcciones totalmente modernas al estilo clásico. De hecho, claro que está plagado de casas, de dónde sinó iban a salir todos los mohameds que te persiguen por el desierto en sus mobilettes?

Así que una vez el sol ha bajado un poco me deshago de todo el contenido de mis maletas para ir cómodo otra vez por las pistas y gastar menos (con los baches y la vibración tengo una de las fijaciones como fosilizada totalmente unida al soporte y lo unico que puedo hacer ahora es vaciarlas). Me encamino con curiosidad hacia la primera boutique, en dirección este. Se trata de la típica tienda donde venden "de todo", hasta bombonas de butano y se supone que gasolina, pero no tienen. Muy amablemente el tipo me indica donde está la otra boutique desde allí. Parece mentira pero hasta que no estas en el desierto no te das cuenta hasta que punto es difícil orientarse.

Llego a la segunda boutique, al oeste del hotel, donde me reciben cuatro jóvenes con gafas de sol fashion. Les pregunto y también se les ha terminado. Me indican que no hay más remedio que ir a Rissani, porque puede que haya otro individuo que tenga gasofa en Merzouga, pero si ese no tiene ya no llego a Rissani pues está en dirección contraria. Enseguida despliegan todo su arte comercial sacando sus fósiles de las mochilas, "mira los fósiles y yo te consigo gasolina", me lo suelta así de literal uno de los chavales. A éstos me los despacho con educación pero ya de mala gana. "Primero la gasolina", les digo, y me marcho.

Así que emprendo camino hacia Rissani, por la pista más corta que lleva directa a la carretera nacional seguro de que llegaré, pero con esa pequeña angustia que siempre te queda. Conduzco en plan ahorrador, pero ahora, sin peso en las maletas estoy empezando a disfrutar por estas pistas, aun con neumáticos mixtos.

Dos o tres km antes de llegar a la nacional veo a uno empujando una Ktm LC4 paralelo a la pista principal, me salgo de la pista y me acerco a preguntarle si necesita algo. Es alemán, el motor de su Ktm está kaputt. Le explico en francés que voy a llenar el depósito a Rissani y que si quiere le puedo conseguir ayuda, o quizás pasar a recogerle a la vuelta. Habla 4 palabras de francés y nada de español, yo entiendo 4 palabras de su alemán y lo poco que habla de francés. Pero el insiste en que no necesita gasolina (no acaba de entenderme), que su motor está kaputt y que seguirá empujando la moto bajo ese sol de justicia hasta llegar a la nacional. Insisto, pero rechaza mi ayuda una vez más y sigue empujando. Pues nada, miro el gps y le indico que le quedan como 3 km, yo voy a lo mío y después ya veré a la vuelta si le puedo echar una mano.

Sigo el camino con ganas de llegar a la nacional. Solo a unos 400 metros del cruce veo un coche parado un poco en medio, pero como las pistas son múltiples no molesta y sigo mi camino sin pensar en ello, y no es hasta el momento de adelantarlo a bastante velocidad por una pista paralela que me doy cuenta que había alguien dentro cuando sale de repente del coche con grandes ademanes como recriminándome que no me haya parado a interesarme por su situación. Quizás tiene una avería y espera ayuda. Eso en Marruecos está muy mal visto y como en lo único que pienso en ese momento es en mi gasolina acelero hacia la nacional sin pensar en las consecuencias de quedar mal con esta gente.

Poner gasolina en Rissani es otra odisea. Ahora sé que iba sobrado de gasolina y no tenía por qué preocuparme. Después de 14 km de pista y 20 de nacional, en Rissani me encuentro con las dos gasolineras totalmente secas. Así que toca hacer 20 km más hasta Erfoud, y ni siquiera se me llega a encender la luz de reserva. Con los dos litro extras iba sobrado, pero bueno, al fin y al cabo he explorado la pista que iba a hacer mañana y he disfrutado un poco más sin el peso del equipaje.

Vuelvo por el mismo camino con la curiosidad de saber como habrá llegado el alemán a la nacional y con la ligera angustia de reencontrarme con el personaje al que podía haber ayudado y dejé ahí tirado en medio de la pista. Bien podían haberse puesto de acuerdo en una especie de cruzada contra mí por no ayudarles aunque con el alemán lo intenté de verdad. Llego al cruce de la pista principal y sorpresa... no hay ni dios, ni el alemán del motor kaputt ni el del coche averiado. Y hará unos 40 minutos que les dejé a los dos atrás. Misterios del desierto.

Por el camino, sorteando un tramo de arena que casi me tira al suelo varias veces en pocos metros veo acercarse un todoterreno que viene de otra pista girando en redondo para llegar hasta donde estoy yo. Tampoco me extraña, está el desierto plagado de todoterrenos y motos corriendo en todas direcciones. Pero cuando se me acerca y me empieza a hablar desde la ventanilla reconozco rápidamente el acento de un catalán hablándole a un descnocido. Hombre, un paisano! El hombre venía a advertirme que ese no es el camino de Merzouga. Hombre, tan perdido no estoy, voy al Hotel Yasmina y ya vengo de allí! Es un buen hombre, me indica que tiene un albergue en la zona, me alegro de conocer a alguien del país tan lejos de casa, y me apunto el nombre del hotel para la próxima.

Hoy ya no me queda nada más que hacer que darme una duchita y salir a admirar la ultima puesta de sol en el Erg Chebbi.



Kilometraje etapa 4: 120km.