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CURRAHEE!!!


3 de marzo de 2009

Bretaña-Normandía 2006. Día 3

Amanece el 3er día en Locmariaquer.



Nuevamente y bajo una luz diferente aprovecho que me he levantado muy temprano para dar un paseo por la parte de costa que no he visitado.




Parece que el tiempo acompaña esta mañana.


Ya en ruta hacia las playas de Karnag el tiempo es espléndido


Aunque aquí la cosa cambia rápidamente, no he recorrido ni 4 km entre estas dos fotos.


Una vez pasado ese mal tiempo aparente, me dispongo a empezar la ruta de los megalitos de Karnag, empezando por los alineamientos de piedras de Ménec. La concentración de megalitos en esta zona es espectacular.


Es una lástima que los alineamientos están encerrados tras las vallas y no se pueden visitar si n es en grupos organizados, pero la verdad es que un vistazo desde el exterior basta, es desde donde se consigue la mejor perspectiva.




Después de recorrer a pie (por el exterior) los alineamientos de Ménec vuelvo a equiparme para seguir la ruta en moto por la carretera, pero tengo que parar nuevamente tan solo unos cientos de metros, aparcar, quitarme todo el equipo, sacar equipos fotográficos y guardar casco y todo lo que quepa en las maletas, cerrar todo bien y empezar el paseo. Y eso ocurre cada unos pocos cientos de metros a lo largo de esta carretera, lo cual supone una etapa agotadora.

En esta ocasión paro a visitar el dolmen de Kermario, junto a los alineamientos de Kermario.



Decido dejar de lado el pequeño grupo de los de Le Manic y los de Kerlescan, para visitar tras cosas interesantes de la zona, nuevamente parando cada pocos minutos y repitiendo todo el proceso. Las indicaciones estan en pequeñísimas plaquitas de madera sujetas en árboles al lado de la carretera, y hay que internarse en los bosques buscando los megalistos y sus indicaciones como si fuera un juego de pistas.

Como por ejemplo el pequeño túmulo de Kerluir, donde el proceso para llegar a él atravesando una propiedad parece un juego de pistas de verdad.


O el cuadrilátero y el gigante de Manic, realmente escondido y mal señalizado.


Pero vale la pena por la paz que se respira en este lugar.


Vistos los alineamientos de piedras y algunos emplazamientos interesantes me dirijo a la península de Quiberon. Ésta es una especie de isla unida a tierra por una lengua de arena realmente estrecha, de no más de unos cientos de metros en el punto más estrecho, sembrada de bunkers e instalaciones del "muro atlántico alemán", y también, como no, sembrada de cráteres de los bombardeos alieados.


Emplazamiento de baterías de cañones de largo alcance. Su situación privilegiada en esta lengua de arena hacía que tuvieran un alcance perfecto hacia el noroeste. Los railes por donde traían los cañones se insinúan todavía y los bunkers están totalmente destrozados.




Después de atravesar la pintoresca ciudad de Quiberon me doy un paseo hasta la punta más exterior.


La "côte sauvage", lado oeste de la península.


Aquí fue donde un pescador francés me salvó de caer al día siguiente en la marabunta del Mt. St. Michel. Se me acercó a preguntarme la ruta que hacía, y cuando le dije que al día siguiente tenía intención de llegar al Mt. St. Michel y hacer la visita a primera hora de la tarde, me dijo gesticulando mucho que al día siguiente era fiesta en todo el país, lo cual significa que la abadía (algo así como Montserrat en Catalunya) podía estar a reventar de gente. El hombre se esforzó en trazarme una ruta interesante pasando por St. Brieuc, Dinan y St. Malo y recorrer la costa norte para llegar un día más tarde al Mt. St. Michel, lo cual le agradecí por evitarme el follón y tener tiempo para ver más de la costa norte.


La lengua de arena en su punto mas estrecho. Tan solo una playa a cada lado de la carretera.


ya de vuelta al "continente", ruteando por carreteras secundarias se descubren pequeñas maravillas.


Y aprovechando la ruta de vuelta por la misma zona de la mañana decidí subir al Tumulus de St. Michel, un enorme túmulo de tierra y círculos de piedras en forma ovoidal coronado por una pequeña ermita. Vale la pena por las bonitas vistas que ofrece de ese entorno tan llano.



Ultimas visitas de megalitos del entorno de Locmariaquer, el dolmen de la Pierre Plate.




Y de vuelta a Locmariaquer y otro paseo para terminar esa etapa del viaje con la sensación de haber visto muchísimo en poco tiempo.




Los franceses del norte también tienen su punto cachondo.


Dentro mismo de Locmariaquer, todavía hay unas pequeñas maravillas que vale pena ver, aunque sea desde fuera, los horarios "continentales" no permiten hacer etapas tan largas. El gran Menhir Brisé, parece que medía más de 12 metros.



Y la Table des Marchands, tiene una curiosa estructura a base de círculos de piedras que se superponen, como un grueso muro que crece en espiral, y parece que su función está todavía sin determinar.


Ruta día 3 = 93 km. Ha sido el día más cansado con mucha diferencia pese al poco kilometraje.

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